martes, 29 de diciembre de 2009

El planeta

El cielo apenas se vislumbra desde las oficinas atestadas por individuos que pasan la mayor parte de sus días en ellas y el canto de los pájaros, los lagos, los bosques y ríos son privilegio de unos pocos.


Despertar no es fácil, si se nace en la ciudad se comparte una conciencia de masa. Todo es parte del sistema social imperante, políticos y religiosos manejan el ritmo cotidiano y el ser común sigue al contingente, los juicios son previos y aprendidos en colegios y hogares que rinden tributo a la colectividad sistematizada.


Todo se aprende, nada se descubre, los descubrimientos se dejan para los hombres de ciencias. Todos necesitan un título, oficio o profesión, el respeto no se consigue de otro modo. El sistema consume nuestras vidas y no hay tiempo para ver el cielo y sus estrellas que inmutables en el firmamento son el testimonio constante del hogar universal que sostiene el planeta que habitamos.


En medio de todo esto surge la inquietud de unos pocos que sumando y sumando nos hemos transformado en muchos. Y es que el tiempo se ha cumplido, Esta amaneciendo y es hora de despertar.


Si has sido tocado y eres parte de las primicias de la nueva era, entonces te has conectado y surge en ti una nueva perspectiva infinita y grandiosa, miras con nuevos ojos, los ojos del amor y la compasión, y por primera vez te haces verdaderamente conciente de ti y de tu relación con el planeta que habitas.


Somos hijos de esta Tierra, nuestra biología fue gestada en ella y hasta hoy nos cobija y alimenta.


La tierra es el único hogar que conocemos y sin embargo se la destruye sin pensarlo dos veces. Con soberbia se comercializan sus recursos potenciando una indolencia y disociación extremas.


Hemos sido ese individuo que “en pos de desarrollo” ha explotado los recursos sin medida, olvidando la propia tierra interna (su mente, hacedora, poderosa y única, modelo a imagen de su hacedor) y que solo ha mirado hacia fuera buscando tesoros que la satisfagan.


La condición global la generamos cada uno, el individuo mueve la energía que promueve corrientes filosóficas que más tarde o más temprano darán sus brotes. La sociedad materialista que conformamos hoy en día es una creación que ha sumado intenciones ególatras y destructivas desde hace mucho tiempo, entonces si cada uno produce nuevas y renovadas intenciones estaremos sumando un cambio.


El planeta se ha llenado de malas hierbas por falta de cuidado, pensando que es responsabilidad de los gobernantes o empresarios, el ciudadano común ha descuidado su único legado, la tierra que habita. Cada pensamiento es una semilla plantada y la intención plasma el gen, al descuidar este hecho se está descuidando en definitiva el progreso colectivo y por ende la supervivencia. El planeta es el vecindario y los vecinos los responsables de éste.


Como vecinos de esta nueva era, comencemos por tomar la responsabilidad y hagamos todo lo posible por dejar de contaminar, especialmente el pensamiento colectivo, que aunque nosotros no vemos la oscuridad energética que produce envolviendo el planeta, este nos causa el circulo vicioso que hemos estado viviendo por tanto tiempo y generaciones.


Literalmente empañamos el brillo natural del planeta con tanto pensamiento y sentimiento negativo que carga el ambiente.


No haremos ninguna diferencia si insistimos y buscar el error ajeno, seamos diligentes con la luz personal, que esta haga su trabajo de servicio, que no es mas que esto, las acciones y frutos son el resultado invariable de nuestro interior. Seamos entonces una lámpara efectiva para facilitar el trabajo de nuestra madre Tierra en esta ascención planetaria.


Por Marisol Stevens







martes, 17 de noviembre de 2009

Introspección y silencio

Si has descubierto la inclusión intrínseca que hay en el todo, solo ha sido por un camino de introspección. Todos tenemos que llegar tarde o temprano, en esta u otra vida, a la instancia del silencio que viene tras la introspección. En ese momento, en tu interior, en tu quietud puedes vislumbrar lo que siempre ha estado, tu luz conteniendo todas las respuestas que has buscado. Ves el todo al que perteneces y que esta dentro de ti como un universo magnífico.


A través de la mirada interna de la introspección se depura la mente del engaño que la infesta, restaura su luminosidad, su sanidad y la libera del prejuicio social y cultural previamente adoptado.


Mirarse no es fácil, implica internarse en el yo y hurgar en sus verdaderos sentimientos y motivaciones. Cruzar el umbral del ego, la personalidad, la máscara. En definitiva desnudar y aceptar lo que la mente ha disimulado por años.


Nuestro intelecto internaliza el entorno en la niñez y desde allí comienza su carrera de armamento. Dependiendo de las circunstancias y experiencias que almacena producirá un patrón de protección al medio.


El niño descubre que es mejor unirse al enemigo que enfrentarlo, por lo tanto es uno de los métodos básicos de sobrevivencia del común de las personalidades. No destacar por la diferencia, sí por la excelencia.


El ego( intelecto) no quiere ver las debilidades y para ello las enmascara conformando poco a poco la personalidad. No todo es lo que parece. Nuestra mente a través del subconsciente acomoda miedos y los usa como ladrillos de la personalidad.


Es casi imposible conocerse de manera natural, conocemos y nos identificamos con la personalidad adquirida, creemos ser ésta, creemos ser nuestro carácter y nuestras cualidades que el ego quiere destacar.


Para auto-definirse y re-confirmarse el ego busca constantemente el reconocimiento y la aceptación de sus pares, a modo de espejo se mira a través de ellos y tratando de mejorar la imagen se exige y compite en un mercado de afectos condicionados.


El niño creyó que el amor se ganaba, así lo enseñan los padres, portarse bien es la regla, único camino para recibir los elogios que confunde con amor porque van acompañados de abrazos y frases hermosas. Allí se gestó el amor condicionado, el pan de cada día. El que mueve la masa, el amor que alimenta nuestra personalidad.


Mirarse desnudo implica desenmascarar al ego, comprender la personalidad propia y los mecanismos mentales que la sostienen y finalmente ver defectos y virtudes, que son la fórmula mágica.


Para ser auténtico hay que descubrirse y amarse. Liberarse de la mente que reprime y exige para andar al propio ritmo de acuerdo a sentimientos y emociones propias. Volver al niño que se expresa sin vergüenza, con llanto o enojo de acuerdo a su sentir.


Es un camino de valentía y rebelión producto de la revolución personal que surge. Alma y ego se enfrentan para finalmente unificarse y conformar un ser pleno que ha dado vida en sí mismo a la inclusión.


Una auténtica retrospección te re-encuentra con el amor propio y con ello descubres un nuevo tipo de amor, uno incondicional. Si eres capaz de amarte incondicionalmente entonces eres capaz de brindar amor incondicional. Si te amas sin máscaras puedes amar a otros con su luz y su oscuridad. Ya sabes que es parte de la vida. Creciste, ya puedes ver el contenido completo de tu prójimo sin filtrar, aceptando el todo que hay en él.


Todo es lo que hay, es nuestra verdad, somos hechos de luz y sombra. Positivo y negativo, protones y electrones que se completan con el neutrón. Surge en tu conciencia la trinidad energética en plenitud y te descubres, te conquistas y te amas. Desde tu centro has visto el todo y la verdad del ser en su expresión plena.


Ya no hay autocrítica constante, hay una profunda aceptación y amor y del amor surge tu poder máximo. El amor que prevalece y hace prevalecer a quién lo porta y lo contiene en su interior. El amor fecundo del que brotan pensamientos fecundos y verdaderos, camino seguro para quién busca elevarse y realizarse.


Te has ido despertando poco a poco, y la claridad se expande en tu mente. Los síntomas van surgiendo en ti de forma cíclica, un giro te lleva al otro y así en sucesivas olas de información viva que te impele a seguir. No hay marcha atrás, no es posible, tu consciencia se ha expandido y ya no puedes ignorarla y dormirte. Sin embargo te has salido del sistema, lo desaprendiste, se desprogramó en tu mente. El camino no está trazado lo haces a cada paso, estas viviendo el ahora.


Por Marisol Stevens











martes, 3 de noviembre de 2009

Luz del alma

La luz del alma despierta al ser dormido, es el aspecto auto-consciente que, sin nombre, nacionalidad, ni oficio se sabe, se percata y se individualiza como el ser que se conjuga en la creación suprema. El alma es el aspecto humano sin raza ni credo que se manifiesta incluyendo al todo. La energía del todo vibra en cada átomo de sus rayos.

La energía esencial fluye desde el alma hacia el corazón conectado a su luz, un corazón, que integrado, manifiesta amor y compasión hacia su entorno.

Dejamos el temor atrás para empoderarnos desde el alma y vivenciar la libertad creativa. El alma nos libera del influjo colectivo que subyuga, que refrena, limitando la semilla que quiere brotar. Desde el alma se integra al ser y a la consciencia divina original.

Conociendo la propia naturaleza por y a través del alma nos integramos y elevamos hacia el ser. Al comprendernos y aceptarnos comprendemos y aceptamos al prójimo. Nos hacemos responsables de acciones y vivencias, ya no somos víctimas ni culpables.


Un ser humano despierto e integrado es auto-consciente y sabe que el conocimiento verdadero reside en su alma y en su biología, ADN.


La mente, entonces, se expande y se recrea en las ideas que surgen del ser, nos descolgamos de la masa para ser individuos pensantes. Descubrimos las leyes divinas que incluyen el todo facilitando un recorrido armónico sin tropiezos, leyes que nos sincronizan con el entorno dinámico natural.


Pensamientos que cargan semillas sabias y poderosas, que contienen la fuerza para brotar y multiplicarse, surgen de un corazón integrado a su alma, libre de prejuicios y miedos que le impidan expandirse y realizarse. Creaciones que asombran por su belleza y talento, propulsadas por una intención que se materializa en la idea misma.


Los pensamientos son la materia prima para construir sociedad, son el capital que cada uno aporta, la base para construir vida.


Cada pensamiento se proyecta más allá del dominio personal compenetrándose con la mente colectiva que se enriquece o se contamina por ellos. Los pensamientos contienen las emociones que les dieron vida, es decir, el sentir de su creador y viajan más allá de las fronteras, de mente en mente, algunos se van diluyendo mientras que otros van adquiriendo aún más fuerza para terminar en la universalidad imperecedera e inclusiva del todo.


Y es que el alma nos enciende para emprender vuelo hacia lo alto. Hemos comenzado a integrar la sabiduría de una larga carrera evolutiva de muchos viajes de exploración y conquista.


Aunque estamos insertos en una forma limitada, que cae presa fácil de energías de miedo y carencia, nuestro ser divino nos eleva hasta traspasar el maya cuando finalmente nos ha llegado la hora de despertar e integrar su luz.
Por Marisol Stevens















martes, 20 de octubre de 2009

La inclusión

La inclusión es un término desconocido para el ego, cientos y miles de años han transcurridos para lograr la ilusión de separación, para que olvidemos nuestra esencia divina, para que vivenciáramos una instancia de profunda soledad y desamparo frente a una sociedad indolente y fragmentada por fronteras.


La conciencia se durmió para luego despertar a su única realidad, la inclusión con el ecosistema, el cosmos, el universo y el todo.


Estamos despertando después de un largo ciclo de ignorancia que se cumple. Amanece una nueva era revolucionando las ciencias y sus verdades. Una nueva generación de físicos penetra los portales de Dios a través de la física cuántica y su mecanismo.


La inclusión es evidente frente a un todo de energía que compenetra y manifiesta las variadas formas vivientes. En cada célula surge la conciencia del todo implícito generando nuevas luces en todas las ciencias actuales. Astrónomos y físicos expanden su visión en una carrera que ubica al ser humano en un nuevo peldaño evolutivo.


Constantes descubrimientos arquelógicos que proporcionan antiguos mensajes y pistas para comprender el porvenir son cada vez más atractivos para un público que despierta a la llamada de alerta por un eco-sistema que colapsa. Y es que una verdad eterna parece develarse mientras el término “despertar de la conciencia” resuena como un eco en el pensamiento individual.


Por todo el planeta el individuo replantea y evalúa su sentir. Un frenesí inquietante se desborda en las células, mientras nuevos niños y jóvenes desbordan energía de rebelión. Los niños índigo y cristal hacen su aparición y con ellos nuevos movimientos y corrientes de pensamientos que incitan la transformación social.


El acontecer político mundial es igualmente inquietante y se devanea en un tira y afloja sin fin, el poder se impone y luego la conciencia lo limita. El hombre en pos del hombre se delata, se denuncia y luego se reformula, o lo intenta por lo menos. Organismos secretos manipulan la urgencia mundial, mientras la voz indeleble de la conciencia se agranda.

¿Qué sucede? ¿Qué nueva energía se apodera del corazón y la mente humana?


El sol evolutivo lanza sus rayos abrazando un planeta convulsionado por su calor. El astro estelar que la Tierra orbita sucumbe en su propio fuego, explosión tras explosión lo consume irradiando ondas electromagnéticas hacia la superficie de una tierra conmovida. Excluir, imposible, nada queda fuera de sus rayos de luz y calor, vida y muerte se aceleran bajo su dominio mientras la humanidad se tambalea.


El paso lento e indolente ya no tiene sentido. El cielo gobierna y la tierra se entrega a su influjo. Las ondas calóricas y eléctricas que entran a la atmósfera son causa y origen de toda manifestación celular consciente o inconsciente. Se desborda una fuerza nueva que penetra en cada célula movilizando nuevos patrones de vida.


El todo es la respuesta y vivenciar las expansiones futuras que se entretejen en el ahora, en este presente eterno e inquebrantable que enciende redes de luz infinitas y cíclicas de naturaleza evolutiva.


La mirada interior revela la conciencia de unidad que está plasmada en las células, el orden inherente de todas las partes que conforman la creación. Cada célula es consciente del orden que la mantiene integrada al organismo que conforma y lo expresa en sus funciones.


Es evidente que somos una célula más de un gran organismo que se llama humanidad y aún cuando cada manifestación personal es única enriquece el todo con su diversidad. La exclusión queda atrás frente a una nueva perspectiva humana que se despierta, y es la luz personal impulsando una creación unificada que brota fértil hacia la nueva era.


La inclusión conciente es la clave. Si cada uno se re-conecta con el todo, se re-ubica en el aquí y el ahora re-cableando su mente quedaran atrás antiguos mecanismos y sistemas sociales para despertarnos ante un contexto nuevo de una familia humana que habita un condominio celeste.


Por Marisol Stevens

















jueves, 8 de octubre de 2009

Presente, el eterno ahora

Vivimos en la superficie de la Tierra en un viaje de descubrimiento y evolución. Aquí aprendemos, de niños, a contar los cumpleaños y a crecer aprendiendo vida. Queremos avanzar dejando atrás lo que no nos ha gustado para encontrar nuevos caminos y fronteras. Buscamos bien-estar, pero siempre lo buscamos afuera y siempre en el futuro.


Queriendo arrancar del pasado lo proyectamos constantemente con los miedos y cuidados que ponemos en cada gesto y en cada palabra, engrosando la máscara después de cada experiencia. Soñamos con una vida eterna llena de paz y amor intentando adquirirla cada vez que, reprimiendo la sombra, nos esforzamos por ser “mejores” para alcanzar el modelo religioso o ético social.


No sabemos como integrarnos, por donde encontrar nuestra esencia, como llegar a un auto-descubrimiento para abrazar el ser que somos.


Seguimos corriendo y empujando, culpando y rechazando, resistiéndonos al mayor milagro, la vida.


Cuando por fin nos sentimos cansados y nos bajamos del carro conseguimos una quietud que nos permite reflexionar y con suerte seguir reflexionando. Y es que tenemos que encontrar la puerta a la eternidad de nuestro ser, la puerta al presente.


El pasado y el futuro son dos extremos que se integran en el presente cobrando su máximo significado. En cada segundo avanzamos en un peregrinaje que contiene en sí todos los caminos recorridos previamente y que acrecientan la conciencia y la luz en una riqueza imperecedera.


El presente es el eterno pináculo del viaje, en él reside lo sagrado, la semilla, el poder. No hay forma de intervenir en el pasado o futuro, sino a través del eterno presente donde se funden ambos conformando el único camino posible de transitar.


El todo se concreta en el presente. en el instante sagrado en que la inteligencia suprema se manifiesta gestando vida.


Se siembra en el presente e igualmente en el presente se cosecha lo sembrado. Ciclos y tiempos relativos que se entrecruzan a cada instante vivificando un todo. No hay mañana sin hoy y en el hoy subyace el milagro de la vida.


La fuerza superior del eterno camina fundida en el yo soy de cada UNO, que explora, siente y se nutre de la vida que fluye en su sabia.


Cada momento pasado se vivifica en el instante presente como fruto de experiencia viva. Pasado que se recicla como tesoro ganado y que evoluciona en un curso invariable de cambios. Círculos y círculos que se cierran para dar paso al siguiente que lo sucederá.


Energía viva que respira cada pensamiento, cada instante mágico y significativo que se expresa en gestos, emociones y pasiones que a su vez despiertan otros similares. Un que-hacer diario que se vive momento a momento en un eterno continuo hecho de contrastes.


Tomar conciencia del sentimiento que nos motiva es el único empeño válido, conocerse, descubrirse y sentirse para luego crear en armonía con los más profundos deseos y pasiones que nacen donde subyace el alma y su poder. La vida se valida en ese interior fecundo donde la conciencia cósmica late su verdad.


Vivir es una elección personal que solo se manifiesta en el instante en que se vive, no existe otro momento real para ello, no se respira ni en pasado ni en futuro, entonces solo el presente contiene la fuerza creativa con su entusiasmo y su que-hacer, el resto un espejismo que contamina el momento. El presente es el camino y la vida avanza a cada paso llena de contrastes.


Por Marisol Stevens



jueves, 24 de septiembre de 2009

Opuestos primordiales

Si reflexionamos sobre el contraste, nos encontramos que en el centro se complementan los extremos y que estos surgen como los pares opuestos primordiales de la vida; luz-sombra, día-noche, tristeza-alegría, cobardía-valentía, avanzar-retroceder, sufrir-disfrutar, dulce-amargo, caliente-frío, etc, mientras más extensa la gama de los contrastes mayor el rango en que el ser humano se experimenta y se expresa.

Cada extremo existe sustentado por el otro, y ambos son posibles en el propio contraste que los une, polos opuestos se atraen, atracción no es otra cosa que magnetismo y magnetismo es análogamente lo que conocemos por amor, entonces no existe lo malo en ninguno de ellos.

El universo se manifiesta y se realiza en sus partes, todas fluyendo “amorosamente” en un flujo electromagnético que sostiene el todo desde su centro. Variedad infinita de colores y movimientos lo conforman en una belleza suprema y sublime. No hay un negro mejor que un blanco y de ambos se nutre la tonalidad que es igualmente infinita y bella.

¿Dónde está el problema entonces?
Solo en la mirada humana que ha visto y suscitado dificultad en el color y la raza. Blancos, negros y amarillos fusionándose en tonalidades de exquisita variedad no son más que una sinfonía de cualidades y tonos que enriquecen la vida planetaria.

La gama de colores y juegos de luz y sombra son la herramienta primordial para el artista, y la infinita variedad cromática se encuentra impresa en la naturaleza, en ella nada es excluyente o desechable. La sombra es el fondo para la luz, de ese modo se hace visible, en la diferencia y contraste, de modo que no hay una buena obra pictórica que prescinda de la oscuridad.

Vivir pretendiendo excluir la oscuridad o atacarla es negar nuestra propia realidad, es nuestro mayor tropiezo, ocultarnos tras una máscara que nos asfixia y nos imposibilita la auto-estima y la compasión.

Formamos parte del entorno y nuestra humanidad se manifiesta en la forma dentro de un campo de energía variable, conformado por el planeta y todo lo que hay en el. Podemos jugar con la luz y oscuridad a gusto y también podemos matizar nuestra obra con todas las tonalidades posibles, pero excluir uno de los polos es imposible, solo podemos integrar.

Es innegable que la mente del Hacedor Supremo se haya implícita en cada obra suya, por tanto el ser humano es una obra suprema y contiene todo el potencial de ésta. Tiene en sí el germen creativo divino, el que puede desplegar en su propia creación.

La oscuridad y la luz han complementado el diseño floreciendo en ciclos de crecimiento y evolución de un ser humano que duerme y despierta sucesivamente, a su propia verdad, a través de milenios de historia.

Nos hemos desplazado entre los opuestos evaluando el recorrido. Se avanza imprimiendo vida a cada paso. Vida y muerte, dolor y placer son los extremos que nos sostienen y empujan. Cada momento es una hoja en blanco en donde imprimir sentimiento, vibración y nota. Páginas que se suman a un sentir social, cultural, planetario y universal co-creando partes que escriben una historia común y fruto para el todo. Un todo que integra a cada uno en el festín, donde todos prueban el bocado, unidad que recicla y desarrolla su evolución.

La evolución universal es la sinfonía de un creador primigenio, omnipresente, omnipotente y omnisciente. En ella los pares de opuestos son la pauta en donde el hombre escribe sus notas.

Ciclos y ciclos de experiencia humana, cada uno componiendo su melodía de extremo a extremo. Nos estrellamos en la trama para transmutar y reciclar energía poniendo a prueba los propios límites en un descubrimiento eterno.

Nada se pierde “el todo” lo renueva, lo recompone, lo sintoniza invariablemente, aprendizaje valioso de una carrera sin tiempo. El valor sostiene al temor impregnando al Ser con el contraste que descubre paso a paso y en donde se revela la profundidad infinita de su alma.

Aceptamos poco a poco el contraste, pero la oscuridad y su reino siguen siendo un extremo inaceptable. Si a mayor variedad de tonos mayor belleza y riqueza creativa, entonces lo oscuro y tenebroso, inmerso en penumbras densas y hostiles, sostienen la luz de una conciencia sublime.

Negativo y positivo se equilibran en un punto intermedio muy difícil de encontrar y graduar. Es la belleza de la perfección suprema, en donde la integración es punto clave del ser humano que se experimenta, crece y desarrolla en sucesivos ciclos de un itinerario conocido por su corazón.

Por Marisol Stevens

jueves, 17 de septiembre de 2009

La energía y su verdad

Cada vez se da más énfasis a la energía, y su relación con el cuerpo y la salud. Es innegable que el cuerpo se comunica y transmite lo que siente a través de la energía que irradia, la misma que algunos denominan aura y que incluso ha sido fotografiada con la técnica Kirlian. Esta ha sido una herramienta útil para verificar la energía que irradiamos proporcionándonos una visión más integrada de nosotros mismos. Se ha puesto en evidencia que el color de nuestra energía cambia de acuerdo al estado de salud, tanto física como emocional.

Poco a poco intuimos que nuestro campo energético se ensucia si colapsamos y nos deprimimos, y ello nos lleva a cuadros de mala salud.

Muy similar a lo que se ha descubierto sobre la molécula del agua y su comportamiento frente a diferentes emociones y sentimientos, y es que los sentimientos y emociones también son energía, y es la que electrifica el agua cargando en ella el tipo de energía que acompaña nuestros sentimientos, sea positiva o negativa, y no olvidemos que dos tercios de nuestro cuerpo contienen agua.

Los estudios de las últimas décadas han facilitado el auto conocimiento proporcionando una imagen más amplia de nuestra realidad de ser. Se han descubierto campos que son verdaderos contenedores de los cuerpos físicos y que a su vez son captadores de ondas electromagnéticas que influyen directamente en la mente humana y su sistema neurológico.

Sabemos ahora que el hombre es un ser electromagnético muy sofisticado que se alimenta de una energía fuente. Sabemos también que el sol, es nuestra fuente de vida, que con sus ondas electromagnéticas es alimento de sistemas neuronales y eléctricos de todo organismo vivo en el planeta.

Todo esto nos obliga a replantear los poderes y capacidades de la mente, descubrimos cómo nos afecta la electricidad y los campos magnéticos, pero más importante, que podemos polarizar esa energía entrante en algo mejor que el entorno, que podemos actuar concientemente en nuestro interno devolviendo mas luz al exterior.

Surgen con ello distintas corrientes filosóficas, y es que nos hemos dado cuenta que somos energía y que por lo tanto afectamos y somos a su vez afectados por la energía que nos circunda.

Entonces podemos optar por ser más activos y elevar la energía propia, para así, dejar de contaminar y ser piedras de tropiezo sin autocontrol.

Trabajando con nuestra energía interna e irradiando algo mejor al exterior afectamos la energía que nos envuelve y contiene el todo, con ello surgen sanadores que, utilizando sus manos como catalizadoras de la energía cósmica, restauran la armonía de sus pacientes polarizando su campo electromagnético, vale decir su aura, y muchos más que emplean aroma, gemas, música y otros con el mismo fin.

Si somos a imagen y semejanza de un Padre Arquetipo poseemos infinitos poderes y virtudes legadas por ÉL, pero si no tenemos conciencia de poseerlos no podemos activarlos.

Un hecho que refleja esta realidad es que poseemos un cerebro (indescifrable aún) del que apenas utilizamos un diez por ciento de capacidad y que es, en definitiva, el motor de pensamientos que afectan nuestro campo y la frecuencia que sintoniza.


Entonces cada vez que pensamos movemos energía que activa un mecanismo de creación. Todo pensamiento es una causa, sin embargo hemos subestimado su poder, divagando libremente, sin tomar control del arma más poderosa que poseemos hemos llegado a instancias muy dolorosas para la humanidad, y todos hemos aportado una cuota en ello.

Creemos que circunstancias negativas son el resultado de causas externas, sin tomar conciencia, que son los propios pensamientos personales quienes traen incorporados resultados físicos, y que, aun cuando no sean expresados por medio del lenguaje, conforman un campo a la medida atrayendo energías similares por resonancia magnética que tarde o temprano se manifestará en la vida de su creador.

Si el hombre puede pensar ilimitadamente también puede imaginar y crear a su antojo, sin embargo no puede imprimir la idea de inmediato en el plano físico pues éste se emplaza en un marco de tiempo.

El pensamiento creativo por lo tanto tiene que desarrollarse dentro de un plan que facilite su realización óptima y este plan perfecto y armónico nace de una mente generosa y un corazón humilde.

Un pensamiento conectado con el sentimiento correcto pulsa la clave que legó Cristo haciéndolo aún más poderoso y abundante en su realización.

Al igual que los pensamientos, las emociones originan actos creativos que conforman vida, hechos, circunstancias y obras de cada cual, y que la gran mayoría ve como fortuitas. Culpando a las circunstancias, por todo lo que vive, el individuo no sabe que es el resultado de una elección personal hecha en una mente disociada de su verdadero Ser.

El pensamiento de amor u odio activa cada acción, origen causal de toda expresión del hombre. Cayendo voluntariamente en una corriente circular somos dominados por las propias aguas, y aunque creadores de ellas, al vivenciarlas internamente nos volvemos incapaces frente a un poder que consideramos fortuito.


El torrente de dificultades y penas es producto de sentimientos negativos y ciegos que detonan creaciones físicas y emocionales igualmente negativas, cada sentimiento se plasma en el campo magnético del individuo que lo genera sintonizando su misma frecuencia, esto es, atrayendo situaciones que le proporcionen más de lo mismo.

Esto es la explicación científica de la doctrina del pecado y el castigo, no existe tal castigo, se cree en él y se lo experimenta como tal, pero en verdad es solo resultado de sentimientos y acciones adversas que nos mantienen atrapados en una rueda invisible.

Hemos estado negativos y miedosos por mucho tiempo, hemos entregado nuestros sueños y deseos “verdaderos” a la masa, porque con su campo energético nos contaminó y no sabemos que activando una mente positiva podemos alcanzar el cielo.

Negar los sueños atrofió la mente creativa y arriesgada. Un corazón joven ama, lucha y cree de verdad porque aún no está contaminado por el sentimiento de masa.

Sentimiento, pensamiento, idea, palabra y obra, conforman la cadena de creación, y cada creación es personal. Tomar conciencia de ello es renacer y despertar el gen divino.

Por Marisol Stevens

martes, 1 de septiembre de 2009

Ser humano

Evolucionar para volvernos individualistas y separados, no es una idea inteligente, ser humanos es nuestro ideal.

Ser humano no es algo fortuito, es algo que se conquista desde el alma, considerando por alma la conciencia de sí que lo conecta con el todo.

Si el individuo es una parte del todo contiene en sí mismo todo lo que anhela conocer en el exterior que habita, por tanto, todo lo que ven sus ojos contiene alma, que es, la parte inteligente individual del todo lo que es. En definitiva, el alma puede ser vista como la inteligencia primigenia inherente a todo organismo del plano material o energético que conocemos.

El todo universal solo es posible por una integración de sus partes, cada una sujeta a un orden inteligente que sostiene su movimiento evolutivo y que, independiente de su diversidad, sincronizan en una pulsación continua de energía que se funde armónicamente en experiencia de Ser en la totalidad. Entonces el hombre solo puede conocerse integrándose a esa totalidad, encontrando el sentido del todo en sí mismo.

Para buscar en nuestros sí mismos y encontrar algo más que un organismo físico-biológico debemos dirigir la atención a la propia conciencia de ser a través de un mecanismo de auto-observación.

Podemos utilizar cualquier disciplina que nos acomode, mientras ésta nos aquiete y nos facilite la reflexión y un estado alerta que evidencie los pensamientos, actitudes y actos que vivenciamos cada día. Poco a poco llegaremos a diferenciar la voz esencial de la voz del intelecto y por fin comprenderemos la dualidad.

La era moderna rechazo la espiritualidad y separo la ciencia de la religión, como un modo de proteger, del poder de la iglesia, los avances científicos y tecnológicos, sin embargo este hecho ha causado una fragmentación en el individuo, que aisló la mente del todo que lo compone, incluyendo su ser espiritual.

Por este motivo, hemos desarrollado una mente materialista e inferior, sin poder acceder a los niveles superiores de nuestro ser y aunque ha facilitado el avance tecnológico, Los científicos han buscado solo en la materia las respuestas a verdades eternas, que si bien rigen la materia, están por sobre ésta.

En el proceso se perdió la conciencia del todo que la integra. Separados, o creyendo estar separado, de la creación que conformamos, nos ha sido muy difícil dilucidar la compenetración que existe entre el universo manifiesto y la vibración correcta de cada órgano y sus funciones en nuestro cuerpo y en todo organismo existente en nuestro plano de expresión. No hemos comprendido que el pulso del universo es nuestro propio pulso, y que todo movimiento de éste repercute irremediable en cada uno, como la parte que somos del gran todo cósmico.

Es fundamental re-descubrir la esencia personal y la relación con el mundo que nos contiene. Sin separar lo corporeo de lo incorporeo ni los átomos de las células, porque lo uno conlleva lo otro. No hay flujo creativo posible que no contenga alma que lo manifieste.

Por Marisol Stevens

jueves, 6 de agosto de 2009

Síntomas de una puerta que se abre

Mirar la realidad y ver el común denominador de sistemas y cuasiculturas es un síntoma del despertar. Comenzamos a ver y cuestionar. A mirar como niños inquietos y curiosos, “Los que heredarán el reino de los cielos”. Conectamos con una actitud rebelde, y entonces entendemos a los niños nuevos, los mismos que han sido drogados y considerados hiperactivos por la sociedad domesticada, una sociedad amante de uniformes e indolencias que sin comprender su propia infelicidad ni sus recurrentes cuadros depresivos insiste en encarrilar a estos nuevos humanos subversivos.

Haciendo memoria de los años del colegio y de las clases de historia universal, que apenas alcanzan para ser la versión incompleta de un solo capítulo de la historia terrestre, vemos que éstas contienen incontables narraciones de guerras, abusos, conquistas territoriales y esclavitud, imágenes aterradoras que despertaron morbosidad y plasmaron el temor en nuestras mentes juveniles.

Una sociedad que se ha alimentado de temor es fácil presa de la manipulación, actualmente no hay paz en ningún continente y la violencia se apodera de todos. El individuo que se dice “civilizado”, hoy por hoy, esta listo para agredir a la menor presión. Matrimonios y sociedades destruidas por doquier. “Lideres” políticos o religiosos movilizan grupos temerosos de perder lo que tienen. Capaces de matar a sus hermanos sin pensarlo dos veces por venganza y promesas de bienestar. Todos ellos escuchan con avidez a quién tenga la astucia de liderarlos. Difícilmente pueden escuchar los propios pensamientos. No han aprendido a pensar por si mismos y lo que no se usa se atrofia.


La gran mayoría de las personas encuentra sus ídolos en los deportes y el mundo del espectáculo. Sin tener conciencia de las situaciones verdaderamente importantes del mundo real, dirigen su atención hacia los administradores gubernamentales solo cuando algo los perjudica personalmente. Otros hacen política y se recrean jugando al poder, pero de amor al prójimo muy poco queda. La gran mayoría es movida por un sentimiento de orgullo egoísta que busca plasmar sus nombres en los archivos históricos.

Los noticieros por lo general son alarmantes y detonan más temor y violencia. Son muy pocos los críticos sociales que hacen mella en la sociedad. La corrupción domina la mente. Se requiere de algo superior para despertar a la humanidad y devolverle la conciencia de Ser que lleva milenios estimulada por el temor y por el dolor que son lo mismo.

Si la ola de energía solar, estimulada por fuerzas cósmicas, se acrecienta, no solo modifica y acelera procesos orgánicos celulares en general, estamos hablando también de nuestros propios procesos, especialmente el nervioso y electro magnético, que se intensifican y afectan nuestro comportamiento. Sentimientos y emociones se intensifican causando stress. Vemos consultas médicas repletas donde, recetas tranquilizadoras que se entregan como la panacea, dejan a los pacientes más dormidos. Un fenómeno que se viene dando en las últimas décadas y que bloquea el despertar inherente del hombre.

Necesitamos descubrir el poder radica en el interior de cada uno y saber que la rebeldía, la crítica y el cuestionamiento inicial, son parte del descontento del alma, un alma que quiere despertar y unirse a los movimientos de la nueva era. Un alma que quiere expresarse en una mente consciente donde la inteligencia espiritual florezca y el pensamiento fértil sea su fruto.

Una mente integrada con su alma sabe que los sentimientos-pensamientos conscientes son la “luz de la vida”, aquella que permite dejar mundos de odio y desesperanza y fluir hacia la paz.

Nuestros propios errores quedan al descubierto ante la luz del alma y abrazamos nuestro ser inferior, con el fuego del amor, para purificarlo. Surge luego la compasión y la empatía para “perdonar” el error ajeno.

Entendemos y aceptamos nuestra debilidad humana, y nos liberamos de prejuicios. Por fin comenzamos a vernos parte de una humanidad y surgen los primeros sentimientos que nos acercan al UNO.

Una nueva visión unificadora nos despierta y nos llena de amor, un amor nuevo que facilita, desde el amor propio, el amor a la familia humana doliente y cansada. Son los síntomas del despertar colocándonos en camino seguro.

Un camino de conciencia que despierta y se empodera nuevamente de lo propio. Un camino que te libera de la rueda de confusión y desánimo dando inicio a tu propio peregrinaje sagrado, conectado con tu origen. Utilizando las herramientas que te conecten con tu interior comienzas a crear nueva vida para ti y tu entorno con la generosidad que brinda el amor verdadero, el amor propio, el amor que brota de la fuente inagotable de tu Yo Soy.

Reconsiderar y reflexionar sobre la unión intrínseca entre padres e hijos y ampliarla al plano del Dios Padre brinda una visión liberadora. Desde la propia intimidad individual renace el vínculo con la fuente original y es allí donde surgen las repuestas y los pensamientos legítimos, aquellos en los que solo interviene la propia conciencia. Es el amor desconocido, una energía que nos mueve y conmueve cada día.

Los síntomas del amor son inconfundibles, cuando la puerta se abre, el corazón renace como un catalizador de energía vital que transmuta y realiza la alquimia divina. Un nuevo paisaje surge desde tu interior irradiándolo hacia fuera contagiando tu entorno, ya cruzaste la puerta y la critica quedo atrás, ya no cuestionas ni te rebelas, fue parte del proceso, pero subiste otro escalón hacia tu verdadero ser.

Por primera vez miras a tu alrededor con profunda compasión y sabes que los errores tienen razón de ser y son parte de un gran plan, que no caerás en la trampa del ego ni la soberbia de sentirte superior, sabes que somos UNO y que cada uno tiene su propio tiempo para despertar y unirse a la paz.

Marisol Stevens

lunes, 27 de julio de 2009

Conjugando la vida

Si sabemos que la vida es un logro personal que se conjuga con un todo, y que ese todo nos afecta, podemos seleccionar y activar el libre albedrío a conciencia.

Utilizamos los sentimientos, pensamientos y emociones, como los detonadores conscientes. El futuro se origina en el presente y la acción solo se conjuga en el “ahora”. La cadena de creación se recrea en el infinito y perfecto presente.

En el instante mismo de cada latido estamos participando de la vida unificados al eje de conciencia omnisciente. El centro mismo del universo se sincroniza en un latido de poder creativo energético inteligente. Es, en ese instante, cuando todo es posible, cuando hacemos la diferencia, cuando podemos decidir y hacer giros fundamentales. Es, ese, el instante de la siembra, una siembra constante que se cosecha igualmente en una constante eterna. Flujos y reflujos de energía creativa que se expanden desde el creador, refiriéndome, como creador, a cada uno de nosotros despiertos y concientes de nuestro hacer y ser.

La falta de conciencia de ello es el motivo de la pobreza, de la pequeñez, de las frustraciones recurrentes. La falta de poder es el fruto de una mente fragmentada que dejó su genio y sus potencialidades en el pasado.

Todos caemos en ello cuando, inevitablemente, adoptamos una personalidad y anulamos el corazón. Todos caemos más temprano que tarde en situaciones que nos marcan con la pérdida, con el dolor, con el miedo. Experiencias que anidan profundamente en el subconsciente y que más tarde conforman la personalidad. Algunos, más que otros, traicionados y heridos quedamos pegados al pasado y perdemos nuestro poder. Es cuando la mente se disocia de su eje, de su Dios. Es cuando nos separamos de la unidad que conformamos con toda la creación omnipresente, con el todo.


Un corazón que contenga sentimientos de víctima o culpa, que alimente resentimientos no puede conectarse al poder de la fuente que le brinda el ahora, porque está atado al pasado. No sincroniza con los ciclos vitales que fluyen a su alrededor, aquellos que le brindan miles de posibilidades. Sus creaciones son mezquinas y pobres. Su poder está desfasado y contaminado. No coincide con los tiempos que se conjugan en el ahora.

Si la mente se alimenta de dolores pasados y se rige desde ellos no vive la realidad. Ese corazón se vuelve amargo y no sabe ni puede disfrutar la dulzura. Se ha fragmentado y no puede conjugar la plenitud.

La vulnerabilidad, del niño que todos fuimos, es motivo más que suficiente para entregar el poder. Necesitamos borrar los patrones asimilados por nuestras células generación tras generación para escuchar la voz interna y los impulsos personales con su correspondiente sabiduría.

Adoptar un sistema y sus costumbres, que son la suma del pasado histórico de nuestros pueblos, nos ha costado muy caro y por ello recuperar la conciencia y el propio juicio no es tarea fácil. Nuestros impulsos se han debilitado y con ellos la fuerza de nuestro corazón.

Recuperar la conciencia es una necesidad. Es el camino de vuelta a casa, de vuelta al corazón. Dejar ir el pasado sin resentimientos, sanando antiguas heridas, es el camino para recuperar el ser y su poder. Reintegrando un ahora lleno de posibilidades, sin miedo a futuros inciertos y sin pasado que los alimente. Renovados, llenos de poder, puros de corazón para vivir el ahora plenamente cual niño feliz.

Cuando tomamos conciencia de estas verdades y surge la intención de sanar el corazón. Hacemos una conexión inmediata con el ahora y sincronizamos con los flujos de poder universal que entran al corazón y facilitan el trabajo.

Descubrir que la fuerza que impele toda la vida se haya en cada uno. Que cada desafío es una oportunidad para crecer. Que cada circunstancia, que parece trascendernos, es una puerta que nos llama a descubrir nuestra verdad y a recuperar nuestro poder. Vivir en el ahora que nos desafía y nos ocupa es recuperar el poder.

Ocuparnos pertenece al ahora. Pre-ocuparnos pertenece a la oscuridad. Es el dueño de los miedos que se quieren proyectar en el futuro. Ambos, pasado y futuro son una misma cosa, una distracción que nos diluye, que no nos permite enfocarnos y sincronizar desde el corazón con la grandeza y omnipotencia de la creación.

Conjugar la vida desde el ahora es una clave de poder, lograrlo es una decisión personal y privilegio de una conciencia despierta.

Creemos estar separados del todo, pero nunca lo hemos estado. Todos tenemos la misma oportunidad de despertar o seguir durmiendo, sentir o anestesiarnos con sustancias químicas o alucinógenas.

El corazón late y con él sentimos por igual, si queremos sintonizarnos aunque débil en un comienzo la señal será inconfundible, un amor sanador, una energía sanadora y una verdad liberadora que limpia pasado y futuro a la vez permitiendo el poder ilimitado del ahora para conjugarlo a gusto.

Por Marisol stevens

jueves, 16 de julio de 2009

Presencia eterna

Tomar conciencia del mundo que nos contiene y nos circunda es fundamental para recuperar nuestro poder.

Si nos damos cuenta que somos parte de una unidad, que es parte de una unidad mayor, en una cadena infinita, nos enfrentamos a una realidad eterna, que es propia.

La misma tecnología que nos enceguece nos evidencia que somos parte ínfima de un universo inconmensurable e inter-relacionado, que conforma un todo vibratorio y circular de energía en constante movimiento, y que cualquier pulsación que surja en éste repercute en el todo.

Este panorama agigantado que la tecnología nos ha facilitado ha develado una nueva conciencia cósmica- holística, siendo el “holos” un todo en el que las partes reflejan el mismo todo. Entonces nos comprendemos integrados a un contexto infinito donde se explica “la imagen y semejanza” que existe como esencia en nuestro Ser. El propio organismo expresa el orden universal, pero también en él subyace la conciencia inteligente “de todo lo que es” vale decir Dios.

Si el cosmos no actúa por azar y hay una conciencia del todo intrínseca en su movimiento vibracional, esta misma conciencia está latente en cada partícula del cuerpo humano. A partir de esta realidad entramos de lleno en nuestra propia espiritualidad, que no es otra cosa que mirar hacia dentro y descubrir al propio observador que nos habita, testigo de cada experiencia vivida.

Mirarse interiormente es conocer el universo y su origen cósmico, es descubrir los propios ciclos evolutivos que se experimentan en la vida de forma circular. Donde el final de un giro da comienzo a otro con nuevas perspectivas. Etapas que se cumplen para emprender nuevas y más amplias en una elíptica incesante e infinita de crecimiento personal y grupal.

Conocernos habitantes de un universo vibrante, con un patrón claro de unidad, nos permite ver la trascendencia de nuestra vida. Todo se haya unido por una maya energética inteligente en la que nos influimos mutuamente, incidiendo uno en el otro. Alimentando la conciencia de masa, en vibraciones circulares y expansivas. Nada ni nadie está separado, todos conformamos una gran creación cuya magnitud es imposible de apreciar con una mente velada, que en vigilia, solo funciona a la capacidad de un diez por ciento.

La humildad surge inevitable. El corazón nuevamente lleva la delantera con su sabiduría que puede presentir y recibir más allá de la mente limitada. La sabiduría, que es mucho más que conocimiento a secas, se encuentra en la eternidad interna, allí nos ubicamos en un centro propio que nos une al eje mayor. Nos integramos al gran viaje cuyo derrotero está inscrito en el alma. Aquella esencia inteligente de vida atómica y subatómica que conforma nuestra presencia corporal y espiritual (sentimiento, pensamiento y emoción).

Sin duda caemos en constantes círculos insanos que nos atrapan, de los cuales pareciera imposible salir, desconociendo que el poder surge de nuestro centro, vale decir, Dios.

Sin embargo es tiempo de saber que los sentimientos negativos son frutos de un corazón individualista y producen pensamientos desconectados de Dios, esto nos impide fluir en el campo unificado e inteligente de la fuente y nos retribuye fracaso, soledad y vacío.

Volvamos a la fuente y despertemos en Dios

Marisol stevens




lunes, 29 de junio de 2009

La puerta personal

Considerando lo anterior es posible visualizar una verdad contenida por tiempos y civilizaciones diversas, conocimiento que solo puede surgir de la fuente original y primigenia de la creación, una mente omnisciente que se encuentra fuera del alcance de los sentidos corporales humanos, visible tan solo para el espíritu y canalizada por el “corazón”.

Nos encontramos con un Dios al que se puede contactar desde un pasadizo interior que solo abre el amor, concluyendo así, que una verdad eterna y universal no puede ser privilegio de unos pocos y escogidos, si es una verdad inherente al ser y contenida por éste, es entonces una elección personal, abrir “aquella” puerta.

Cada corriente filosófica o religiosa que se origina en un corazón humilde es una puerta que se ha abierto y por tanto contiene la semilla de la conciencia verdadera, es el individuo que en su egoísmo la desvirtúa, la limita y la hace letra muerta ahogando todo espíritu de verdad que pueda contener.

Esta claro que a Dios no se lo encuentra por la materia, más bien de la forma que Cristo enseñó, por el camino del amor, un amor indescifrable aún por el hombre terrenal, y se comunica con el cielo por un pasadizo interno, inalcanzable para aquel que vive en total confusión, donde los conflictos son lo cotidiano, incluso entre quienes hablan la misma lengua, y que no busca ni se provee del silencio necesario para encontrar el portal.

No solo el idioma separa al hombre de sus congéneres y de sí mismo, si no una suerte de hipocresía que le impide decirse y comunicar su verdad. La mente colectiva lo domina y en la necesidad de mantenerse en comunidad se reprime y no dice lo que su corazón verdaderamente siente, con el tiempo se desasocia de su corazón y los impulsos que vienen de el se acallan hasta la enfermedad.

Sin embargo, surge la esperanza en medio de la desintegración. Y es que la familia humana está despertándo a su verdad.
Los mismos que están abriendo y traspasando el portal hacia su divinidad están rescatando luz para todos.
Por Marisol Stevens

jueves, 18 de junio de 2009

Repasando la historia

Aquellos que comenzamos a hurgar en el pasado terrestre en busca de luz y tesoros escondidos nos encontramos una y otra vez con una simbología recurrente. Independiente del tiempo y latitud todas estas culturas manifiestan un patrón similar de creación artística. Ideas y pensamientos que surgen de una mente intuitiva, una mente que despliega su conciencia divina e ilimitada. En contraste se denuncian otras que se han destacado por sus siniestras administraciones y que han gravado en la conciencia colectiva el miedo que la mantiene dormida. Y es que nos encontramos en un mundo de polaridad, una condición imprescindible para posibilitar la elección, aunque hay que reconocer que el miedo lleva la delantera debilitado la conciencia humana que ahora se encuentra casi a la deriva, en un planeta colapsado por el abuso.


Somos humanos evolucionando en ritmos cotidianos, los mismos que observaba Aristóteles, afirmando que éstos contenían la Eterna Sabiduría. Ciclos que se continúan unos a otros sin apuro ni pérdida, reafirmando, con ello, que la esencia del todo está en la naturaleza.

También la cultura Egipcia nos ha legado un conocimiento que hoy se ha actualizado, ellos afirmaban la importancia de poseer un corazón inteligente, o más bien que el corazón posee la cualidad de la sabiduría. Ellos hacían una clara diferencia entre el cuerpo y el espíritu del individuo, y la importancia de su integración y sincronía. Si bien Aristóteles surge como un pensador libre, que sin ser religioso se suma y explora el mundo espiritual buscando la escencia del hombre y concluyendo que ésta se encuentra en la sabia y la conciencia que la origina, o sea que en su corazón yace su creador.

Si hacemos un paralelo de este conocimiento olvidado y el conocimiento adquirido en los inicios del 2000 a través de la mecánica cuántica, podemos decir que el corazón dócil o el cáliz equivalen al traje bioquímico (cuerpo y mente) y el señor Dios y sus mensajes celestes no son más que la conciencia suprema o el observador del que hablan los físicos actuales.

Y es que muchos de los temas que decoran las bóvedas de catedrales y templos religiosos de diversas culturas nos expresan la idea del Ser dual, conformado por el cuerpo físico y su correspondiente espiritual, acentuando la importancia de la voluntad en la armonización de ambos, de tal forma que sin apagar la energía inherente al cuerpo, ésta sea puesta al servicio de su conciencia espiritual para lograr la plenitud de su manifestación como ser humano.

Vemos que nuestros antepasados humanos que manejaban conocimiento elevado se esforzaron para que éste llegara hasta nuestros días, nos querían mostrar la importancia de que conciencia se integrara y no se dividiera y apagara debido a enseñanzas religiosas que han tergiversado verdades relacionando espiritualidad con religiosidad y que solo para mantener el “mal” a raya utiliza normas estrictas que impiden precisamente la expresión genuina del hombre y los sentimientos de su corazón.

El Cristo histórico, legado espiritual nacido en Oriente y aceptado y acogido en Occidente, es el mejor ejemplo de la dualidad y la unificación de ésta. Él mismo la compara con una semilla que brota y da frutos de amor puro e ilimitado realizando con ello al verdadero “Ser humano”.

Cristo, el hijo de un Dios universal, enseñó que somos hermanos e hijos de un mismo padre. Enseñó un mensaje de amor sublime, un amor desconocido por el humano de todas las épocas y dio muestras irrefutables del poder que se obtiene al activarlo. Concebido hijo de un Padre Celestial que de tal modo ama al hombre que envía a su hijo para rescatarlo de su ignorancia, quién inevitablemente muere en manos de sus hermanos ignorantes.

Sin comprender el mensaje de Cristo, que nuevamente evidencia la importancia de la nobleza del corazón y el poder que reside en éste, el hombre ha manipulado su palabra y su enseñanza utilizándolo como objeto de conflictos y guerra alrededor del planeta. Aún ahora, después de 2000 años de su venida, somos testigos del desamor de los hijos de Dios que siguen ignorando el poder del amor divino para ir en pos de un poder terreno inherente a su codicia y que utiliza para destruirse mutuamente.

Para unificarnos alrededor de este planeta no tenemos que olvidar que coincidentemente este Cristo, que da vida a la religión occidental, nace y se desarrolla en el Oriente Medio, cuna de antiguas y misteriosas civilizaciones, donde el conocimiento hermético espera ser descubierto por una humanidad desprovista de corazón, el corazón que le abra las puertas de la conciencia y la sabiduría.

Recordemos la Biblia cristiana y su historia se desarrolla mayormente en Egipto, punto geográfico de gran influencia cultural, que da al cristianismo primitivo una riqueza Gnóstica que se aprecia en los evangelios apócrifos y luego en los rollos del mar muerto, el tiempo y los intereses político- económicos de los gobiernos fueron velando tales conocimientos, dejando a los cristianos en la más oscura ignorancia y temor, obligados a escuchar misa en latín y a seguir a ciegas ritos que los adormecían aún más.


Es importante notar que todas las corrientes religiosas tienen los mismos orígenes, básicamente los mismos ángeles se manifiestan en oriente y occidente dando buenas nuevas de paz y amor, cualidades que se pierden en la práctica religiosa gobernada por los más poderosos. También es importante destacar que las corrientes religiosas de Egipcios y Sumerios son piezas claves de la búsqueda y el conocimiento ancestral del hombre y que bien vale la pena reconsiderar. Los Egipcios precisamente consideraban que las fuerzas divinas se agotaban en contacto con la manifestación física y era por tanto necesaria una renovación periódica para recuperarla.

Esta idea perduró a través de la Alejandría egipcia hasta la Europa medieval a través de la corriente hermética, disciplina que tenía tres ramas principales: la alquimia, la magia y la astrología y que luego de ser vedada por diez largos siglos surge nuevamente en movimientos renacentistas.

Hechos y sucesos encadenados unos a otros alrededor del globo terrestre brindan una coherencia iluminadora y el hermetismo acunado en Egipto no es más que otro eslabón de ello. La astrología hermética concebía los ritmos universales en el ser interior; la magia permitía actuar sobre las fuerzas vitales, y la alquimia era el arte de descubrir el espíritu en la materia. Estas tres ramas originales son el principio fundamental de las ciencias actuales y aunque se han diluido y perdido en la modernidad, su pureza se mantiene intacta por discípulos iniciados generación tras generación desde entonces.


Por Marisol Stevens

lunes, 8 de junio de 2009

Inercia, el común denominador

Dividido entre la ciencia objetiva y las diferentes corrientes filosóficas y religiosas se forma el hombre actual,un mundo donde la tecnología, expresión máxima de “la ciencia moderna”, es la mayor atracción y panacea donde la medicina nuclear alcanza niveles inimaginables y la comunicación traspasa la barrera del espacio. Iluso y manipulado por la publicidad que le dice lo que necesita, el hombre actual se deja invadir agradecido de los “beneficios” que disfruta sin esfuerzo. Y sin salir de su cubículo accede al mundo y sus productos, estafa vía espacio cibernético y se olvida del prójimo, ignorando que su primer prójimo es él mismo.


La distracción externa actual no tiene paralelo en la historia, con los sentidos colapsados por “las maravillas tecnológicas” y la basura que ésta trae al hogar no deja lugar para ningún tipo de reflexión y mucho menos para la meditación. Padres e hijos se hallan en las mismas condiciones, siendo los primeros un ejemplo muy pobre para sus retoños, porque la voluntad y el dominio son palabras sin sentido. Juntos pasan por la vida anhelando probar todas las “delicias” del mercado y se contaminan con el veneno de moda.

Cada vez mayor número de individuos termina controlado por sustancias que los pierden en sus laberintos y sin conciencia se entregan a un mundo engañoso y traicionero. Un mundo donde el amor propio es escaso y la guerra es la respuesta a cualquier conflicto.

Un sistema educativo que apaga el pensamiento creativo natural mata toda verdad sana y altruista inherente al hombre y la reemplaza con reglas, prejuicios, costumbres e idiosincrasias de un mundo materialista.

La prohibición inyecta ánimos de resistencia y violencia, tanto un padre como un gobernante que se impone sin diálogo y respeto cosecha frutos secos, sin vida propia, no más que una pobre copia.

El humano común no dilucida el propósito del viaje y quiere lograr éxito y felicidad con una receta social caduca. Se siente frustrado y culpa al mismo sistema que ha seguido por generaciones, sin lograr respuestas. Surge mucha inquietud y descontento de la masa, pero si continúa buscando las respuestas afuera nunca las va a encontrar.

Aunque unos más concientes que otros, estamos habitando el mismo planeta y compartiendo las consecuencias de su deterioro. Todos tenemos las mismas necesidades, pero los menos consiguen cubrirlas. El origen primigenio es el mismo y la única búsqueda auténtica que todos compartimos es vivir de forma plena y libre, siendo cada uno responsable de conformar la expresión máxima de la obra humana.

Queremos lograr la realización del ser sin tomar conciencia que el derrotero está inscrito en el sí mismo, y que éste no se lee con los ojos físicos, para desplegar sus páginas debe aliarse con el espíritu que lo hará conciencia en la mente y en el cuerpo.

Un sistema educativo que apaga el pensamiento creativo natural mata toda verdad sana y altruista inherente al hombre y la reemplaza con reglas, prejuicios, costumbres e idiosincrasias de un mundo materialista.

La respuesta surge de algo más trascendental y se gesta individualmente. Fertilizando el germen divino que subyace en cada individuo se logra despertar y re-educar la mente para acceder a un propósito real.
Dejamos atrás las tinieblas definitivamente para acceder a la conciencia sin límite, que es el mejor gobierno al que se puede aspirar.

Mirar hacia dentro es encontrar los tesoros ocultos de una conciencia universal, mirar la faz del verdadero Dios, aquel que no subyuga, por el contrario nos brinda una mente y corazón generoso.

Ser hacedores de felicidad y compartirla sin miedo es factible cuando el genio enciende la lámpara que posee.

Por Marisol Stevens

viernes, 5 de junio de 2009

El misterio del presente eterno

La búsqueda interminable

A medida que el hombre ha tenido acceso a mayor tecnología ha podido llegar más lejos en su búsqueda de conocimiento y es precisamente ahora en los albores del siglo 21, cuando a través de la física cuántica, ha podido intuir el poder que subyace en la mente, que es, en definitiva, la conciencia que recrea el mundo material que nos rodea.

En el viaje de reconocimiento a través del tiempo se han encontrado patrones recurrentes programados por una “suerte” de mente primigenia que todo lo contiene, desde los más recónditos y microscópicos organismos celulares, atómicos y subatómicos hasta los universos inalcanzables para el ojo humano, todos ellos intrínsecamente unidos por una conciencia abismal de sistemas que se contienen unos a otros, desde los más infinitesimales hasta aquellos inexplorados de la inmensidad del universo.

Ha sido una larga carrera a través del tiempo, desde que la humanidad inició su recorrido, sin embargo son los últimos cincuenta años los que han brindado los mas grandes hallazgos científicos y tecnológicos, los mismos que nos han impulsado hacia niveles cuánticos que desvelan una grandeza propia, un potencial sin límites que nos re-ubica en el cosmos, un mundo nuevo para descubrir y conquistar.

Aunque la humanidad se mueve lentamente respecto del mundo de avanzada, porque el conocimiento es de tal envergadura, que ni los mismos precursores saben como manejarlo. No es fácil cambiar la marcha, mucho menos la conciencia de masa. Insertar el nuevo paradigma en el sistema requiere más que simples ajustes, hablamos de cambiar el disco duro.

La gran mayoría del mundo vive y consume indiscriminadamente, no reflexiona, ni se cultiva de ningún modo. Muy lejos de saber lo que esta ocurriendo verdaderamente, se ven limitados y conducidos por el sistema que provee información, estrictamente conveniente, a través de programas informativos y noticiosos que alimentan la morbosidad y el temor.

Pensando solo en satisfacer sus necesidades, este hombre “moderno,” ha destruido el ecosistema sin conciencia ni medida buscando saciar deseos que hoy le pasan la cuenta.

Muy atrás quedaron los filósofos griegos con su reflexión inspiradora, la masa se ha enfocado en otros temas, especialmente el consumismo, que es el más satisface sus sentidos.

Hoy el cuerpo lleva la delantera, y la mente se ha entregado a los placeres. El culto al cuerpo es el que mas adeptos tiene, cada empresa con su producto abraza la misma fe y atrae a otros muchos. Los mismos comerciantes que han engordado a la población son los que ahora la quieren adelgazar, promoviendo un cuerpo perfecto.

Insertarse en el sistema equivale a perder la conexión propia. Aprender valores y reglas que rigen la vida colectiva, con la única tarea de “optar por lo más conveniente” que, por lo demás, ya está indicado por adelantado.

Pero es la naturaleza del ser humano, necesitamos pertenecer, ser parte del grupo, por lo tanto nos empeñamos toda la vida por lograrlo. La identificación de grupos de pertenencia se inicia en la niñez y para la gran mayoría prevalece hasta el final.

Las inquietudes y dudas sobre la existencia son contestadas por el grupo, a través de religiones y cultos que son aceptados en las diferentes culturas, después de ello, son muy pocos los que aún se molestan en cuestionar. Dejarse llevar es la actitud general.

Sin embargo, y paralelo a los nuevos descubrimientos que surgen en las ciencias vanguardistas, se encuentra una minoría que avanza a pasos agigantados. Se trata de corrientes que hablan de un despertar de la conciencia, grupos que están actualizando y desenterrando conocimientos herméticos e iniciáticos de culturas olvidadas.

Y es que acunadas en pasados remotos aún esperan ser recuperadas sabidurías ancestrales que nos aclaren la conciencia dormida. Conocimiento que la ciencia moderna ha subestimado y que plasmado en las ruinas arqueológicas de civilizaciones olvidadas nos hablan de una ciencia que convive con los acontecimientos circundantes, con los porqués y los cómo que hayan respuesta en el corazón invisible de toda vida orgánica y que surge a partir de ella sin perturbarla.

Se trata de civilizaciones que descubrieron la “sabiduría divina”, aquella que reside en el centro de cada fruto de esta tierra y tiene su reinando en el corazón de cada hombre. Un tipo de germen o semilla cultivable en la mente y que por medio del espíritu despierto obtiene la clave para discernir la verdad inscrita en cada célula de su ser.

A través de ese espíritu surge ahora una sabiduría que no es nueva, muy por el contrario, es similar a la que manejaran en antaño nuestros sabios ancestros. Esta cobra vida en nueva literatura, una literatura inspirada que da voz a entidades espirituales y que se adelanta a la ciencia, pero solo para que sea corroborada a medida que la tecnología la descubre.

Nuevas respuestas surgen por doquier, en cada rincón del planeta están germinando aquellos que se unifican en una nueva voz, una voz antigua que se actualiza para liderar la nueva era, la era dorada de los Mayas y de tantos otros que han hablado de un tiempo de amor y paz que se avecina a pasos agigantados.

Por marisol Stevens