martes, 20 de octubre de 2009

La inclusión

La inclusión es un término desconocido para el ego, cientos y miles de años han transcurridos para lograr la ilusión de separación, para que olvidemos nuestra esencia divina, para que vivenciáramos una instancia de profunda soledad y desamparo frente a una sociedad indolente y fragmentada por fronteras.


La conciencia se durmió para luego despertar a su única realidad, la inclusión con el ecosistema, el cosmos, el universo y el todo.


Estamos despertando después de un largo ciclo de ignorancia que se cumple. Amanece una nueva era revolucionando las ciencias y sus verdades. Una nueva generación de físicos penetra los portales de Dios a través de la física cuántica y su mecanismo.


La inclusión es evidente frente a un todo de energía que compenetra y manifiesta las variadas formas vivientes. En cada célula surge la conciencia del todo implícito generando nuevas luces en todas las ciencias actuales. Astrónomos y físicos expanden su visión en una carrera que ubica al ser humano en un nuevo peldaño evolutivo.


Constantes descubrimientos arquelógicos que proporcionan antiguos mensajes y pistas para comprender el porvenir son cada vez más atractivos para un público que despierta a la llamada de alerta por un eco-sistema que colapsa. Y es que una verdad eterna parece develarse mientras el término “despertar de la conciencia” resuena como un eco en el pensamiento individual.


Por todo el planeta el individuo replantea y evalúa su sentir. Un frenesí inquietante se desborda en las células, mientras nuevos niños y jóvenes desbordan energía de rebelión. Los niños índigo y cristal hacen su aparición y con ellos nuevos movimientos y corrientes de pensamientos que incitan la transformación social.


El acontecer político mundial es igualmente inquietante y se devanea en un tira y afloja sin fin, el poder se impone y luego la conciencia lo limita. El hombre en pos del hombre se delata, se denuncia y luego se reformula, o lo intenta por lo menos. Organismos secretos manipulan la urgencia mundial, mientras la voz indeleble de la conciencia se agranda.

¿Qué sucede? ¿Qué nueva energía se apodera del corazón y la mente humana?


El sol evolutivo lanza sus rayos abrazando un planeta convulsionado por su calor. El astro estelar que la Tierra orbita sucumbe en su propio fuego, explosión tras explosión lo consume irradiando ondas electromagnéticas hacia la superficie de una tierra conmovida. Excluir, imposible, nada queda fuera de sus rayos de luz y calor, vida y muerte se aceleran bajo su dominio mientras la humanidad se tambalea.


El paso lento e indolente ya no tiene sentido. El cielo gobierna y la tierra se entrega a su influjo. Las ondas calóricas y eléctricas que entran a la atmósfera son causa y origen de toda manifestación celular consciente o inconsciente. Se desborda una fuerza nueva que penetra en cada célula movilizando nuevos patrones de vida.


El todo es la respuesta y vivenciar las expansiones futuras que se entretejen en el ahora, en este presente eterno e inquebrantable que enciende redes de luz infinitas y cíclicas de naturaleza evolutiva.


La mirada interior revela la conciencia de unidad que está plasmada en las células, el orden inherente de todas las partes que conforman la creación. Cada célula es consciente del orden que la mantiene integrada al organismo que conforma y lo expresa en sus funciones.


Es evidente que somos una célula más de un gran organismo que se llama humanidad y aún cuando cada manifestación personal es única enriquece el todo con su diversidad. La exclusión queda atrás frente a una nueva perspectiva humana que se despierta, y es la luz personal impulsando una creación unificada que brota fértil hacia la nueva era.


La inclusión conciente es la clave. Si cada uno se re-conecta con el todo, se re-ubica en el aquí y el ahora re-cableando su mente quedaran atrás antiguos mecanismos y sistemas sociales para despertarnos ante un contexto nuevo de una familia humana que habita un condominio celeste.


Por Marisol Stevens

















jueves, 8 de octubre de 2009

Presente, el eterno ahora

Vivimos en la superficie de la Tierra en un viaje de descubrimiento y evolución. Aquí aprendemos, de niños, a contar los cumpleaños y a crecer aprendiendo vida. Queremos avanzar dejando atrás lo que no nos ha gustado para encontrar nuevos caminos y fronteras. Buscamos bien-estar, pero siempre lo buscamos afuera y siempre en el futuro.


Queriendo arrancar del pasado lo proyectamos constantemente con los miedos y cuidados que ponemos en cada gesto y en cada palabra, engrosando la máscara después de cada experiencia. Soñamos con una vida eterna llena de paz y amor intentando adquirirla cada vez que, reprimiendo la sombra, nos esforzamos por ser “mejores” para alcanzar el modelo religioso o ético social.


No sabemos como integrarnos, por donde encontrar nuestra esencia, como llegar a un auto-descubrimiento para abrazar el ser que somos.


Seguimos corriendo y empujando, culpando y rechazando, resistiéndonos al mayor milagro, la vida.


Cuando por fin nos sentimos cansados y nos bajamos del carro conseguimos una quietud que nos permite reflexionar y con suerte seguir reflexionando. Y es que tenemos que encontrar la puerta a la eternidad de nuestro ser, la puerta al presente.


El pasado y el futuro son dos extremos que se integran en el presente cobrando su máximo significado. En cada segundo avanzamos en un peregrinaje que contiene en sí todos los caminos recorridos previamente y que acrecientan la conciencia y la luz en una riqueza imperecedera.


El presente es el eterno pináculo del viaje, en él reside lo sagrado, la semilla, el poder. No hay forma de intervenir en el pasado o futuro, sino a través del eterno presente donde se funden ambos conformando el único camino posible de transitar.


El todo se concreta en el presente. en el instante sagrado en que la inteligencia suprema se manifiesta gestando vida.


Se siembra en el presente e igualmente en el presente se cosecha lo sembrado. Ciclos y tiempos relativos que se entrecruzan a cada instante vivificando un todo. No hay mañana sin hoy y en el hoy subyace el milagro de la vida.


La fuerza superior del eterno camina fundida en el yo soy de cada UNO, que explora, siente y se nutre de la vida que fluye en su sabia.


Cada momento pasado se vivifica en el instante presente como fruto de experiencia viva. Pasado que se recicla como tesoro ganado y que evoluciona en un curso invariable de cambios. Círculos y círculos que se cierran para dar paso al siguiente que lo sucederá.


Energía viva que respira cada pensamiento, cada instante mágico y significativo que se expresa en gestos, emociones y pasiones que a su vez despiertan otros similares. Un que-hacer diario que se vive momento a momento en un eterno continuo hecho de contrastes.


Tomar conciencia del sentimiento que nos motiva es el único empeño válido, conocerse, descubrirse y sentirse para luego crear en armonía con los más profundos deseos y pasiones que nacen donde subyace el alma y su poder. La vida se valida en ese interior fecundo donde la conciencia cósmica late su verdad.


Vivir es una elección personal que solo se manifiesta en el instante en que se vive, no existe otro momento real para ello, no se respira ni en pasado ni en futuro, entonces solo el presente contiene la fuerza creativa con su entusiasmo y su que-hacer, el resto un espejismo que contamina el momento. El presente es el camino y la vida avanza a cada paso llena de contrastes.


Por Marisol Stevens