jueves, 17 de septiembre de 2009

La energía y su verdad

Cada vez se da más énfasis a la energía, y su relación con el cuerpo y la salud. Es innegable que el cuerpo se comunica y transmite lo que siente a través de la energía que irradia, la misma que algunos denominan aura y que incluso ha sido fotografiada con la técnica Kirlian. Esta ha sido una herramienta útil para verificar la energía que irradiamos proporcionándonos una visión más integrada de nosotros mismos. Se ha puesto en evidencia que el color de nuestra energía cambia de acuerdo al estado de salud, tanto física como emocional.

Poco a poco intuimos que nuestro campo energético se ensucia si colapsamos y nos deprimimos, y ello nos lleva a cuadros de mala salud.

Muy similar a lo que se ha descubierto sobre la molécula del agua y su comportamiento frente a diferentes emociones y sentimientos, y es que los sentimientos y emociones también son energía, y es la que electrifica el agua cargando en ella el tipo de energía que acompaña nuestros sentimientos, sea positiva o negativa, y no olvidemos que dos tercios de nuestro cuerpo contienen agua.

Los estudios de las últimas décadas han facilitado el auto conocimiento proporcionando una imagen más amplia de nuestra realidad de ser. Se han descubierto campos que son verdaderos contenedores de los cuerpos físicos y que a su vez son captadores de ondas electromagnéticas que influyen directamente en la mente humana y su sistema neurológico.

Sabemos ahora que el hombre es un ser electromagnético muy sofisticado que se alimenta de una energía fuente. Sabemos también que el sol, es nuestra fuente de vida, que con sus ondas electromagnéticas es alimento de sistemas neuronales y eléctricos de todo organismo vivo en el planeta.

Todo esto nos obliga a replantear los poderes y capacidades de la mente, descubrimos cómo nos afecta la electricidad y los campos magnéticos, pero más importante, que podemos polarizar esa energía entrante en algo mejor que el entorno, que podemos actuar concientemente en nuestro interno devolviendo mas luz al exterior.

Surgen con ello distintas corrientes filosóficas, y es que nos hemos dado cuenta que somos energía y que por lo tanto afectamos y somos a su vez afectados por la energía que nos circunda.

Entonces podemos optar por ser más activos y elevar la energía propia, para así, dejar de contaminar y ser piedras de tropiezo sin autocontrol.

Trabajando con nuestra energía interna e irradiando algo mejor al exterior afectamos la energía que nos envuelve y contiene el todo, con ello surgen sanadores que, utilizando sus manos como catalizadoras de la energía cósmica, restauran la armonía de sus pacientes polarizando su campo electromagnético, vale decir su aura, y muchos más que emplean aroma, gemas, música y otros con el mismo fin.

Si somos a imagen y semejanza de un Padre Arquetipo poseemos infinitos poderes y virtudes legadas por ÉL, pero si no tenemos conciencia de poseerlos no podemos activarlos.

Un hecho que refleja esta realidad es que poseemos un cerebro (indescifrable aún) del que apenas utilizamos un diez por ciento de capacidad y que es, en definitiva, el motor de pensamientos que afectan nuestro campo y la frecuencia que sintoniza.


Entonces cada vez que pensamos movemos energía que activa un mecanismo de creación. Todo pensamiento es una causa, sin embargo hemos subestimado su poder, divagando libremente, sin tomar control del arma más poderosa que poseemos hemos llegado a instancias muy dolorosas para la humanidad, y todos hemos aportado una cuota en ello.

Creemos que circunstancias negativas son el resultado de causas externas, sin tomar conciencia, que son los propios pensamientos personales quienes traen incorporados resultados físicos, y que, aun cuando no sean expresados por medio del lenguaje, conforman un campo a la medida atrayendo energías similares por resonancia magnética que tarde o temprano se manifestará en la vida de su creador.

Si el hombre puede pensar ilimitadamente también puede imaginar y crear a su antojo, sin embargo no puede imprimir la idea de inmediato en el plano físico pues éste se emplaza en un marco de tiempo.

El pensamiento creativo por lo tanto tiene que desarrollarse dentro de un plan que facilite su realización óptima y este plan perfecto y armónico nace de una mente generosa y un corazón humilde.

Un pensamiento conectado con el sentimiento correcto pulsa la clave que legó Cristo haciéndolo aún más poderoso y abundante en su realización.

Al igual que los pensamientos, las emociones originan actos creativos que conforman vida, hechos, circunstancias y obras de cada cual, y que la gran mayoría ve como fortuitas. Culpando a las circunstancias, por todo lo que vive, el individuo no sabe que es el resultado de una elección personal hecha en una mente disociada de su verdadero Ser.

El pensamiento de amor u odio activa cada acción, origen causal de toda expresión del hombre. Cayendo voluntariamente en una corriente circular somos dominados por las propias aguas, y aunque creadores de ellas, al vivenciarlas internamente nos volvemos incapaces frente a un poder que consideramos fortuito.


El torrente de dificultades y penas es producto de sentimientos negativos y ciegos que detonan creaciones físicas y emocionales igualmente negativas, cada sentimiento se plasma en el campo magnético del individuo que lo genera sintonizando su misma frecuencia, esto es, atrayendo situaciones que le proporcionen más de lo mismo.

Esto es la explicación científica de la doctrina del pecado y el castigo, no existe tal castigo, se cree en él y se lo experimenta como tal, pero en verdad es solo resultado de sentimientos y acciones adversas que nos mantienen atrapados en una rueda invisible.

Hemos estado negativos y miedosos por mucho tiempo, hemos entregado nuestros sueños y deseos “verdaderos” a la masa, porque con su campo energético nos contaminó y no sabemos que activando una mente positiva podemos alcanzar el cielo.

Negar los sueños atrofió la mente creativa y arriesgada. Un corazón joven ama, lucha y cree de verdad porque aún no está contaminado por el sentimiento de masa.

Sentimiento, pensamiento, idea, palabra y obra, conforman la cadena de creación, y cada creación es personal. Tomar conciencia de ello es renacer y despertar el gen divino.

Por Marisol Stevens

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