martes, 2 de febrero de 2010

Abriendo la puerta del Ser

Conquistar la libertad de ser es integrase con el SER que proporciona las llaves de la vida, solo de esta forma se conquista el éxito y la alegría de vivir, porque el YO SOY es el creador interno que al expresarse libremente permite sentir y conocer lo importante y valioso de la vida para conformar una verdadera comunidad planetaria.


Recuperar la libertad no es fácil para nadie que se ha educado en las “sobre-protectoras” reglas de los sistemas imperantes, equivale a recuperar la rebeldía y la fuerza original y para ello requiere cuotas de luz extra en sus entrañas. Esa luz que nos impulsa e impele a hacer lo propio, y en consecuencia a enfrentar lo desconocido siguiendo el camino personal que nos haga vibrar.


Si te has liberado significa que has desarrollado el amor propio, la condición previa al amor incondicional. Un amor de éste tipo nace del auto-conocimiento, del desapego y de la profunda conexión con el YO SOY.


El amor propio es el detonador de intención positiva, el que posee en sí mismo toda la comprensión, indulgencia y libertad anhelada. Conocerse es conocer la humanidad y adquirir la comprensión de familia humana, condición negada por límites territoriales, credos y razas. Descubrir el corazón unificador, el que late en cada uno por igual, con sentimientos de amor y temor, de aflixión y de alegría, de lucha y de búsqueda incesante, allí en la profundidad del interior humano.


Encontrar tu profunda humanidad dolorosa y perdida te llena de autocompasión, ves tu pequeñez y debilidad desde la perspectiva que te brinda tu Yo Soy, tu testigo interior, y por primera vez te compadeces de ti mismo, te llenas de amor y comprensión hacia ti mismo, has encontrado La auto-compasión que te libera y te inunda de amor. Por fin el amor al prójimo suena menos hueco en ti, has encontrado el UNO que somos y depende de cada cual las veces que necesitaremos caernos para aprender la lección.


Permitirse y permitir, que cada uno haga la elección personal en la medida de su sabiduría innata, es conquistar la libertad que te brinda la búsqueda y el descubrimiento de la verdad que nos une, donde cada quién anda en lo suyo sin interponerse en el camino del otro, que finalmente las diferencias enriquecen los frutos del todo para todos.


La libertad es amiga de la creación personal, permitiendo que surja el creador interno florece la voluntad que impulsa el progreso. Una voluntad dormida produce estancamiento social, involución, pobreza, servidumbre. La verdadera voluntad brota de la libertad, de otro modo solo se suma a la masa colectiva y acrecienta el abuso de poder.


Si hemos hecho el viaje hacia lo íntimo y encontrado al Ser Divino que nos habita y nos da vida, entonces estaremos capacitados para cortar las alas al ego y toda su charlatanería. Aprenderemos que en la libertad reside la satisfacción y en un corazón satisfecho no hay rabias, rencores ni desconfianzas, por tanto tampoco maldad ni egoísmo. En él la vida misma es un misterio eterno que se vive a cada instante, un misterio que se desvela a cada paso.


La vida latiendo libremente en el corazón nos sorprende momento a momento, donde generosos abanicos de posibilidades se abren para ser tomados y vencidos en la experiencia que enriquece nuestro Ser. En ello radica el misterio del presente eterno, aquel que es develado por cada uno mientras lo transita.


En cada cual reside el poder de hacer que el presente sea aprovechado y vivenciado en plenitud, si los impulsos no son acallados éstos germinan las semillas del Ser interno que recrearán un flujo creativo y fértil y los resultados no nos dejarán de maravillar, pues en ellos subyace la fuerza sublime de un origen primordial.


El modo de hacer la diferencia se encuentra en el propio interno, abriendo la puerta que libera al genio, poseedor absoluto de respuestas creativas e ingeniosas, instintivas e inherentes a su Ser. Desde allí comienza el camino real, el que tiene un destino cierto, escogido con intención y voluntad por quien lo camina. Dando ejemplo de vida para el entorno y enriqueciendo la sociedad que conformamos.


Crear nueva vida es vivir y se vive desde la propia libertad, desde los propios sentimientos y emociones que impulsan la sangre y los sentidos, y con ello la intención y voluntad que cosechará los frutos que serán consumidos por todos.


No hemos luchado las propias batallas, hemos rodado en el contingente de banderas auto-impuestas, por falta de conciencia de la propia verdad, de los propios sueños, de las propias ganas. El temor ha sido el señor, el temor a la carencia, a la vulnerabilidad de la pequeñez. Sin descubrir nuestra grandeza hemos bloqueado todo vestigio de rebeldía sana. El precio de la civilización ha sido la docilidad y la falsa, e inútil, humildad que apagan prematuramente al creador interno.


La valentía, el idealismo y la pasión son valores inherentes al Ser, pues quien vive desde ellos está conectado a sí mismo. Éstos nos proporcionan recursos inagotables para enfrentar los desafíos que surgen en el camino. Legando y compartiendo frutos de sabiduría y amor infinito, los mismos que proporcionan la evolución de la colectividad de un corazón vivo y conectado que eleva la vida de todos.


Florecer en la propia verdad, en la propia pasión que llena de significado e intención cada latido que nos suma vida, es mover energía que conmueve el entorno. Una realización individual que alimenta el progreso mutuo, luz que alumbra el rumbo de los que vamos mejorando en y por la nueva Tierra.


Por Marisol Stevens