jueves, 6 de agosto de 2009

Síntomas de una puerta que se abre

Mirar la realidad y ver el común denominador de sistemas y cuasiculturas es un síntoma del despertar. Comenzamos a ver y cuestionar. A mirar como niños inquietos y curiosos, “Los que heredarán el reino de los cielos”. Conectamos con una actitud rebelde, y entonces entendemos a los niños nuevos, los mismos que han sido drogados y considerados hiperactivos por la sociedad domesticada, una sociedad amante de uniformes e indolencias que sin comprender su propia infelicidad ni sus recurrentes cuadros depresivos insiste en encarrilar a estos nuevos humanos subversivos.

Haciendo memoria de los años del colegio y de las clases de historia universal, que apenas alcanzan para ser la versión incompleta de un solo capítulo de la historia terrestre, vemos que éstas contienen incontables narraciones de guerras, abusos, conquistas territoriales y esclavitud, imágenes aterradoras que despertaron morbosidad y plasmaron el temor en nuestras mentes juveniles.

Una sociedad que se ha alimentado de temor es fácil presa de la manipulación, actualmente no hay paz en ningún continente y la violencia se apodera de todos. El individuo que se dice “civilizado”, hoy por hoy, esta listo para agredir a la menor presión. Matrimonios y sociedades destruidas por doquier. “Lideres” políticos o religiosos movilizan grupos temerosos de perder lo que tienen. Capaces de matar a sus hermanos sin pensarlo dos veces por venganza y promesas de bienestar. Todos ellos escuchan con avidez a quién tenga la astucia de liderarlos. Difícilmente pueden escuchar los propios pensamientos. No han aprendido a pensar por si mismos y lo que no se usa se atrofia.


La gran mayoría de las personas encuentra sus ídolos en los deportes y el mundo del espectáculo. Sin tener conciencia de las situaciones verdaderamente importantes del mundo real, dirigen su atención hacia los administradores gubernamentales solo cuando algo los perjudica personalmente. Otros hacen política y se recrean jugando al poder, pero de amor al prójimo muy poco queda. La gran mayoría es movida por un sentimiento de orgullo egoísta que busca plasmar sus nombres en los archivos históricos.

Los noticieros por lo general son alarmantes y detonan más temor y violencia. Son muy pocos los críticos sociales que hacen mella en la sociedad. La corrupción domina la mente. Se requiere de algo superior para despertar a la humanidad y devolverle la conciencia de Ser que lleva milenios estimulada por el temor y por el dolor que son lo mismo.

Si la ola de energía solar, estimulada por fuerzas cósmicas, se acrecienta, no solo modifica y acelera procesos orgánicos celulares en general, estamos hablando también de nuestros propios procesos, especialmente el nervioso y electro magnético, que se intensifican y afectan nuestro comportamiento. Sentimientos y emociones se intensifican causando stress. Vemos consultas médicas repletas donde, recetas tranquilizadoras que se entregan como la panacea, dejan a los pacientes más dormidos. Un fenómeno que se viene dando en las últimas décadas y que bloquea el despertar inherente del hombre.

Necesitamos descubrir el poder radica en el interior de cada uno y saber que la rebeldía, la crítica y el cuestionamiento inicial, son parte del descontento del alma, un alma que quiere despertar y unirse a los movimientos de la nueva era. Un alma que quiere expresarse en una mente consciente donde la inteligencia espiritual florezca y el pensamiento fértil sea su fruto.

Una mente integrada con su alma sabe que los sentimientos-pensamientos conscientes son la “luz de la vida”, aquella que permite dejar mundos de odio y desesperanza y fluir hacia la paz.

Nuestros propios errores quedan al descubierto ante la luz del alma y abrazamos nuestro ser inferior, con el fuego del amor, para purificarlo. Surge luego la compasión y la empatía para “perdonar” el error ajeno.

Entendemos y aceptamos nuestra debilidad humana, y nos liberamos de prejuicios. Por fin comenzamos a vernos parte de una humanidad y surgen los primeros sentimientos que nos acercan al UNO.

Una nueva visión unificadora nos despierta y nos llena de amor, un amor nuevo que facilita, desde el amor propio, el amor a la familia humana doliente y cansada. Son los síntomas del despertar colocándonos en camino seguro.

Un camino de conciencia que despierta y se empodera nuevamente de lo propio. Un camino que te libera de la rueda de confusión y desánimo dando inicio a tu propio peregrinaje sagrado, conectado con tu origen. Utilizando las herramientas que te conecten con tu interior comienzas a crear nueva vida para ti y tu entorno con la generosidad que brinda el amor verdadero, el amor propio, el amor que brota de la fuente inagotable de tu Yo Soy.

Reconsiderar y reflexionar sobre la unión intrínseca entre padres e hijos y ampliarla al plano del Dios Padre brinda una visión liberadora. Desde la propia intimidad individual renace el vínculo con la fuente original y es allí donde surgen las repuestas y los pensamientos legítimos, aquellos en los que solo interviene la propia conciencia. Es el amor desconocido, una energía que nos mueve y conmueve cada día.

Los síntomas del amor son inconfundibles, cuando la puerta se abre, el corazón renace como un catalizador de energía vital que transmuta y realiza la alquimia divina. Un nuevo paisaje surge desde tu interior irradiándolo hacia fuera contagiando tu entorno, ya cruzaste la puerta y la critica quedo atrás, ya no cuestionas ni te rebelas, fue parte del proceso, pero subiste otro escalón hacia tu verdadero ser.

Por primera vez miras a tu alrededor con profunda compasión y sabes que los errores tienen razón de ser y son parte de un gran plan, que no caerás en la trampa del ego ni la soberbia de sentirte superior, sabes que somos UNO y que cada uno tiene su propio tiempo para despertar y unirse a la paz.

Marisol Stevens