lunes, 15 de marzo de 2010

Libres de prejuicios

Hemos despertado y crecido suficiente como para dejarnos llevar. Para vivir en el ahora, sintiendo libremente desde la médula, saboreando la vida con lo dulce y amargo que nos brinda, Siendo con mayúscula.

Hemos tenido que rehacernos borrando patrones antiguos y caducos que nos limitaban, hemos pasado por locos y desajustados, mientras el cambio se ha gestado lentamente hasta alcanzarnos y reacomodarnos en una nueva Tierra.


Dejarnos llevar por emociones y sentimientos propios nos expande nos brinda vitalidad, porque cuando nos permitimos sentir soltamos el temor aprendido. Es entonces cuando comienza la verdadera vida, conectado a sentimientos y emociones reales, viviendo intensamente cada momento sin perder ni un instante.


Despierto, como nunca antes, nace “el verdadero ser humano” aquel que disfruta la vida que le fue dada, sin miedos, ni quejas, por el contrario agradecido de cada nuevo día en que puede hacer la diferencia.


El humano que esta atento a la vida y la crea paso a paso descubre verdades inherentes a toda la vida, con ello eleva su nivel de conciencia y ya no condena ni se auto-condena, no justifica ni se auto-justifica, ya no es víctima ni culpable, porque sabe que ha estado viviendo en un proceso evolutivo que lo ha hecho crecer a cada paso, aprendiendo de cada experiencia por dolorosa que fuese.


Asume su responsabilidad en cada circunstancia que vive, sabiendo que él mismo la crea para sí en cada elección tomada y la enfrenta potenciando su crecimiento progresivo.


Su vida puede ser dolorosa o divertida, depende de la manera en que reciba cada desafío, con fortaleza o con debilidad. Ya no sigue un patrón, es plenamente libre, se ha liberado de sistemas y prejuicios, en ello radica la verdadera libertad y la ha descubierto.


El pecado y el castigo quedan obsoletos, solo causa y efecto son la regla, cada cosa con lleva otra, cada siembra cosecha frutos, entonces solo hay que cuidar que la semilla sea buena, la tierra fértil y la estación correcta. Ya no hay cargas auto-impuestas, por el contrario solo experiencias vividas a conciencia.


Hemos estado sanando al ego (la personalidad) nuestro primer carcelero, y hemos podido vernos y sonreído con benevolencia.


No se trata de ser perfectos, más bien auténticos y reales. La auto-comprensión desnuda al ego y ya no necesita creerse la gran cosa.


Eliminando la auto-importancia, que solo nos causa problemas, podemos tomar la vida con humor, receta que los propios médicos promueven al descubrir que la risa induce la buena salud.


Dejarnos llevar significa soltar las ataduras de los prejuicios y liberarnos al amor. Poco a poco el maestro interior enciende la luz para revelar la propia presencia, sin apegos, liberado de “los debería” comienza la relación con los demás desde el profundo Yo.

Por Marisol Stevens

martes, 2 de febrero de 2010

Abriendo la puerta del Ser

Conquistar la libertad de ser es integrase con el SER que proporciona las llaves de la vida, solo de esta forma se conquista el éxito y la alegría de vivir, porque el YO SOY es el creador interno que al expresarse libremente permite sentir y conocer lo importante y valioso de la vida para conformar una verdadera comunidad planetaria.


Recuperar la libertad no es fácil para nadie que se ha educado en las “sobre-protectoras” reglas de los sistemas imperantes, equivale a recuperar la rebeldía y la fuerza original y para ello requiere cuotas de luz extra en sus entrañas. Esa luz que nos impulsa e impele a hacer lo propio, y en consecuencia a enfrentar lo desconocido siguiendo el camino personal que nos haga vibrar.


Si te has liberado significa que has desarrollado el amor propio, la condición previa al amor incondicional. Un amor de éste tipo nace del auto-conocimiento, del desapego y de la profunda conexión con el YO SOY.


El amor propio es el detonador de intención positiva, el que posee en sí mismo toda la comprensión, indulgencia y libertad anhelada. Conocerse es conocer la humanidad y adquirir la comprensión de familia humana, condición negada por límites territoriales, credos y razas. Descubrir el corazón unificador, el que late en cada uno por igual, con sentimientos de amor y temor, de aflixión y de alegría, de lucha y de búsqueda incesante, allí en la profundidad del interior humano.


Encontrar tu profunda humanidad dolorosa y perdida te llena de autocompasión, ves tu pequeñez y debilidad desde la perspectiva que te brinda tu Yo Soy, tu testigo interior, y por primera vez te compadeces de ti mismo, te llenas de amor y comprensión hacia ti mismo, has encontrado La auto-compasión que te libera y te inunda de amor. Por fin el amor al prójimo suena menos hueco en ti, has encontrado el UNO que somos y depende de cada cual las veces que necesitaremos caernos para aprender la lección.


Permitirse y permitir, que cada uno haga la elección personal en la medida de su sabiduría innata, es conquistar la libertad que te brinda la búsqueda y el descubrimiento de la verdad que nos une, donde cada quién anda en lo suyo sin interponerse en el camino del otro, que finalmente las diferencias enriquecen los frutos del todo para todos.


La libertad es amiga de la creación personal, permitiendo que surja el creador interno florece la voluntad que impulsa el progreso. Una voluntad dormida produce estancamiento social, involución, pobreza, servidumbre. La verdadera voluntad brota de la libertad, de otro modo solo se suma a la masa colectiva y acrecienta el abuso de poder.


Si hemos hecho el viaje hacia lo íntimo y encontrado al Ser Divino que nos habita y nos da vida, entonces estaremos capacitados para cortar las alas al ego y toda su charlatanería. Aprenderemos que en la libertad reside la satisfacción y en un corazón satisfecho no hay rabias, rencores ni desconfianzas, por tanto tampoco maldad ni egoísmo. En él la vida misma es un misterio eterno que se vive a cada instante, un misterio que se desvela a cada paso.


La vida latiendo libremente en el corazón nos sorprende momento a momento, donde generosos abanicos de posibilidades se abren para ser tomados y vencidos en la experiencia que enriquece nuestro Ser. En ello radica el misterio del presente eterno, aquel que es develado por cada uno mientras lo transita.


En cada cual reside el poder de hacer que el presente sea aprovechado y vivenciado en plenitud, si los impulsos no son acallados éstos germinan las semillas del Ser interno que recrearán un flujo creativo y fértil y los resultados no nos dejarán de maravillar, pues en ellos subyace la fuerza sublime de un origen primordial.


El modo de hacer la diferencia se encuentra en el propio interno, abriendo la puerta que libera al genio, poseedor absoluto de respuestas creativas e ingeniosas, instintivas e inherentes a su Ser. Desde allí comienza el camino real, el que tiene un destino cierto, escogido con intención y voluntad por quien lo camina. Dando ejemplo de vida para el entorno y enriqueciendo la sociedad que conformamos.


Crear nueva vida es vivir y se vive desde la propia libertad, desde los propios sentimientos y emociones que impulsan la sangre y los sentidos, y con ello la intención y voluntad que cosechará los frutos que serán consumidos por todos.


No hemos luchado las propias batallas, hemos rodado en el contingente de banderas auto-impuestas, por falta de conciencia de la propia verdad, de los propios sueños, de las propias ganas. El temor ha sido el señor, el temor a la carencia, a la vulnerabilidad de la pequeñez. Sin descubrir nuestra grandeza hemos bloqueado todo vestigio de rebeldía sana. El precio de la civilización ha sido la docilidad y la falsa, e inútil, humildad que apagan prematuramente al creador interno.


La valentía, el idealismo y la pasión son valores inherentes al Ser, pues quien vive desde ellos está conectado a sí mismo. Éstos nos proporcionan recursos inagotables para enfrentar los desafíos que surgen en el camino. Legando y compartiendo frutos de sabiduría y amor infinito, los mismos que proporcionan la evolución de la colectividad de un corazón vivo y conectado que eleva la vida de todos.


Florecer en la propia verdad, en la propia pasión que llena de significado e intención cada latido que nos suma vida, es mover energía que conmueve el entorno. Una realización individual que alimenta el progreso mutuo, luz que alumbra el rumbo de los que vamos mejorando en y por la nueva Tierra.


Por Marisol Stevens



martes, 29 de diciembre de 2009

El planeta

El cielo apenas se vislumbra desde las oficinas atestadas por individuos que pasan la mayor parte de sus días en ellas y el canto de los pájaros, los lagos, los bosques y ríos son privilegio de unos pocos.


Despertar no es fácil, si se nace en la ciudad se comparte una conciencia de masa. Todo es parte del sistema social imperante, políticos y religiosos manejan el ritmo cotidiano y el ser común sigue al contingente, los juicios son previos y aprendidos en colegios y hogares que rinden tributo a la colectividad sistematizada.


Todo se aprende, nada se descubre, los descubrimientos se dejan para los hombres de ciencias. Todos necesitan un título, oficio o profesión, el respeto no se consigue de otro modo. El sistema consume nuestras vidas y no hay tiempo para ver el cielo y sus estrellas que inmutables en el firmamento son el testimonio constante del hogar universal que sostiene el planeta que habitamos.


En medio de todo esto surge la inquietud de unos pocos que sumando y sumando nos hemos transformado en muchos. Y es que el tiempo se ha cumplido, Esta amaneciendo y es hora de despertar.


Si has sido tocado y eres parte de las primicias de la nueva era, entonces te has conectado y surge en ti una nueva perspectiva infinita y grandiosa, miras con nuevos ojos, los ojos del amor y la compasión, y por primera vez te haces verdaderamente conciente de ti y de tu relación con el planeta que habitas.


Somos hijos de esta Tierra, nuestra biología fue gestada en ella y hasta hoy nos cobija y alimenta.


La tierra es el único hogar que conocemos y sin embargo se la destruye sin pensarlo dos veces. Con soberbia se comercializan sus recursos potenciando una indolencia y disociación extremas.


Hemos sido ese individuo que “en pos de desarrollo” ha explotado los recursos sin medida, olvidando la propia tierra interna (su mente, hacedora, poderosa y única, modelo a imagen de su hacedor) y que solo ha mirado hacia fuera buscando tesoros que la satisfagan.


La condición global la generamos cada uno, el individuo mueve la energía que promueve corrientes filosóficas que más tarde o más temprano darán sus brotes. La sociedad materialista que conformamos hoy en día es una creación que ha sumado intenciones ególatras y destructivas desde hace mucho tiempo, entonces si cada uno produce nuevas y renovadas intenciones estaremos sumando un cambio.


El planeta se ha llenado de malas hierbas por falta de cuidado, pensando que es responsabilidad de los gobernantes o empresarios, el ciudadano común ha descuidado su único legado, la tierra que habita. Cada pensamiento es una semilla plantada y la intención plasma el gen, al descuidar este hecho se está descuidando en definitiva el progreso colectivo y por ende la supervivencia. El planeta es el vecindario y los vecinos los responsables de éste.


Como vecinos de esta nueva era, comencemos por tomar la responsabilidad y hagamos todo lo posible por dejar de contaminar, especialmente el pensamiento colectivo, que aunque nosotros no vemos la oscuridad energética que produce envolviendo el planeta, este nos causa el circulo vicioso que hemos estado viviendo por tanto tiempo y generaciones.


Literalmente empañamos el brillo natural del planeta con tanto pensamiento y sentimiento negativo que carga el ambiente.


No haremos ninguna diferencia si insistimos y buscar el error ajeno, seamos diligentes con la luz personal, que esta haga su trabajo de servicio, que no es mas que esto, las acciones y frutos son el resultado invariable de nuestro interior. Seamos entonces una lámpara efectiva para facilitar el trabajo de nuestra madre Tierra en esta ascención planetaria.


Por Marisol Stevens







martes, 17 de noviembre de 2009

Introspección y silencio

Si has descubierto la inclusión intrínseca que hay en el todo, solo ha sido por un camino de introspección. Todos tenemos que llegar tarde o temprano, en esta u otra vida, a la instancia del silencio que viene tras la introspección. En ese momento, en tu interior, en tu quietud puedes vislumbrar lo que siempre ha estado, tu luz conteniendo todas las respuestas que has buscado. Ves el todo al que perteneces y que esta dentro de ti como un universo magnífico.


A través de la mirada interna de la introspección se depura la mente del engaño que la infesta, restaura su luminosidad, su sanidad y la libera del prejuicio social y cultural previamente adoptado.


Mirarse no es fácil, implica internarse en el yo y hurgar en sus verdaderos sentimientos y motivaciones. Cruzar el umbral del ego, la personalidad, la máscara. En definitiva desnudar y aceptar lo que la mente ha disimulado por años.


Nuestro intelecto internaliza el entorno en la niñez y desde allí comienza su carrera de armamento. Dependiendo de las circunstancias y experiencias que almacena producirá un patrón de protección al medio.


El niño descubre que es mejor unirse al enemigo que enfrentarlo, por lo tanto es uno de los métodos básicos de sobrevivencia del común de las personalidades. No destacar por la diferencia, sí por la excelencia.


El ego( intelecto) no quiere ver las debilidades y para ello las enmascara conformando poco a poco la personalidad. No todo es lo que parece. Nuestra mente a través del subconsciente acomoda miedos y los usa como ladrillos de la personalidad.


Es casi imposible conocerse de manera natural, conocemos y nos identificamos con la personalidad adquirida, creemos ser ésta, creemos ser nuestro carácter y nuestras cualidades que el ego quiere destacar.


Para auto-definirse y re-confirmarse el ego busca constantemente el reconocimiento y la aceptación de sus pares, a modo de espejo se mira a través de ellos y tratando de mejorar la imagen se exige y compite en un mercado de afectos condicionados.


El niño creyó que el amor se ganaba, así lo enseñan los padres, portarse bien es la regla, único camino para recibir los elogios que confunde con amor porque van acompañados de abrazos y frases hermosas. Allí se gestó el amor condicionado, el pan de cada día. El que mueve la masa, el amor que alimenta nuestra personalidad.


Mirarse desnudo implica desenmascarar al ego, comprender la personalidad propia y los mecanismos mentales que la sostienen y finalmente ver defectos y virtudes, que son la fórmula mágica.


Para ser auténtico hay que descubrirse y amarse. Liberarse de la mente que reprime y exige para andar al propio ritmo de acuerdo a sentimientos y emociones propias. Volver al niño que se expresa sin vergüenza, con llanto o enojo de acuerdo a su sentir.


Es un camino de valentía y rebelión producto de la revolución personal que surge. Alma y ego se enfrentan para finalmente unificarse y conformar un ser pleno que ha dado vida en sí mismo a la inclusión.


Una auténtica retrospección te re-encuentra con el amor propio y con ello descubres un nuevo tipo de amor, uno incondicional. Si eres capaz de amarte incondicionalmente entonces eres capaz de brindar amor incondicional. Si te amas sin máscaras puedes amar a otros con su luz y su oscuridad. Ya sabes que es parte de la vida. Creciste, ya puedes ver el contenido completo de tu prójimo sin filtrar, aceptando el todo que hay en él.


Todo es lo que hay, es nuestra verdad, somos hechos de luz y sombra. Positivo y negativo, protones y electrones que se completan con el neutrón. Surge en tu conciencia la trinidad energética en plenitud y te descubres, te conquistas y te amas. Desde tu centro has visto el todo y la verdad del ser en su expresión plena.


Ya no hay autocrítica constante, hay una profunda aceptación y amor y del amor surge tu poder máximo. El amor que prevalece y hace prevalecer a quién lo porta y lo contiene en su interior. El amor fecundo del que brotan pensamientos fecundos y verdaderos, camino seguro para quién busca elevarse y realizarse.


Te has ido despertando poco a poco, y la claridad se expande en tu mente. Los síntomas van surgiendo en ti de forma cíclica, un giro te lleva al otro y así en sucesivas olas de información viva que te impele a seguir. No hay marcha atrás, no es posible, tu consciencia se ha expandido y ya no puedes ignorarla y dormirte. Sin embargo te has salido del sistema, lo desaprendiste, se desprogramó en tu mente. El camino no está trazado lo haces a cada paso, estas viviendo el ahora.


Por Marisol Stevens











martes, 3 de noviembre de 2009

Luz del alma

La luz del alma despierta al ser dormido, es el aspecto auto-consciente que, sin nombre, nacionalidad, ni oficio se sabe, se percata y se individualiza como el ser que se conjuga en la creación suprema. El alma es el aspecto humano sin raza ni credo que se manifiesta incluyendo al todo. La energía del todo vibra en cada átomo de sus rayos.

La energía esencial fluye desde el alma hacia el corazón conectado a su luz, un corazón, que integrado, manifiesta amor y compasión hacia su entorno.

Dejamos el temor atrás para empoderarnos desde el alma y vivenciar la libertad creativa. El alma nos libera del influjo colectivo que subyuga, que refrena, limitando la semilla que quiere brotar. Desde el alma se integra al ser y a la consciencia divina original.

Conociendo la propia naturaleza por y a través del alma nos integramos y elevamos hacia el ser. Al comprendernos y aceptarnos comprendemos y aceptamos al prójimo. Nos hacemos responsables de acciones y vivencias, ya no somos víctimas ni culpables.


Un ser humano despierto e integrado es auto-consciente y sabe que el conocimiento verdadero reside en su alma y en su biología, ADN.


La mente, entonces, se expande y se recrea en las ideas que surgen del ser, nos descolgamos de la masa para ser individuos pensantes. Descubrimos las leyes divinas que incluyen el todo facilitando un recorrido armónico sin tropiezos, leyes que nos sincronizan con el entorno dinámico natural.


Pensamientos que cargan semillas sabias y poderosas, que contienen la fuerza para brotar y multiplicarse, surgen de un corazón integrado a su alma, libre de prejuicios y miedos que le impidan expandirse y realizarse. Creaciones que asombran por su belleza y talento, propulsadas por una intención que se materializa en la idea misma.


Los pensamientos son la materia prima para construir sociedad, son el capital que cada uno aporta, la base para construir vida.


Cada pensamiento se proyecta más allá del dominio personal compenetrándose con la mente colectiva que se enriquece o se contamina por ellos. Los pensamientos contienen las emociones que les dieron vida, es decir, el sentir de su creador y viajan más allá de las fronteras, de mente en mente, algunos se van diluyendo mientras que otros van adquiriendo aún más fuerza para terminar en la universalidad imperecedera e inclusiva del todo.


Y es que el alma nos enciende para emprender vuelo hacia lo alto. Hemos comenzado a integrar la sabiduría de una larga carrera evolutiva de muchos viajes de exploración y conquista.


Aunque estamos insertos en una forma limitada, que cae presa fácil de energías de miedo y carencia, nuestro ser divino nos eleva hasta traspasar el maya cuando finalmente nos ha llegado la hora de despertar e integrar su luz.
Por Marisol Stevens















martes, 20 de octubre de 2009

La inclusión

La inclusión es un término desconocido para el ego, cientos y miles de años han transcurridos para lograr la ilusión de separación, para que olvidemos nuestra esencia divina, para que vivenciáramos una instancia de profunda soledad y desamparo frente a una sociedad indolente y fragmentada por fronteras.


La conciencia se durmió para luego despertar a su única realidad, la inclusión con el ecosistema, el cosmos, el universo y el todo.


Estamos despertando después de un largo ciclo de ignorancia que se cumple. Amanece una nueva era revolucionando las ciencias y sus verdades. Una nueva generación de físicos penetra los portales de Dios a través de la física cuántica y su mecanismo.


La inclusión es evidente frente a un todo de energía que compenetra y manifiesta las variadas formas vivientes. En cada célula surge la conciencia del todo implícito generando nuevas luces en todas las ciencias actuales. Astrónomos y físicos expanden su visión en una carrera que ubica al ser humano en un nuevo peldaño evolutivo.


Constantes descubrimientos arquelógicos que proporcionan antiguos mensajes y pistas para comprender el porvenir son cada vez más atractivos para un público que despierta a la llamada de alerta por un eco-sistema que colapsa. Y es que una verdad eterna parece develarse mientras el término “despertar de la conciencia” resuena como un eco en el pensamiento individual.


Por todo el planeta el individuo replantea y evalúa su sentir. Un frenesí inquietante se desborda en las células, mientras nuevos niños y jóvenes desbordan energía de rebelión. Los niños índigo y cristal hacen su aparición y con ellos nuevos movimientos y corrientes de pensamientos que incitan la transformación social.


El acontecer político mundial es igualmente inquietante y se devanea en un tira y afloja sin fin, el poder se impone y luego la conciencia lo limita. El hombre en pos del hombre se delata, se denuncia y luego se reformula, o lo intenta por lo menos. Organismos secretos manipulan la urgencia mundial, mientras la voz indeleble de la conciencia se agranda.

¿Qué sucede? ¿Qué nueva energía se apodera del corazón y la mente humana?


El sol evolutivo lanza sus rayos abrazando un planeta convulsionado por su calor. El astro estelar que la Tierra orbita sucumbe en su propio fuego, explosión tras explosión lo consume irradiando ondas electromagnéticas hacia la superficie de una tierra conmovida. Excluir, imposible, nada queda fuera de sus rayos de luz y calor, vida y muerte se aceleran bajo su dominio mientras la humanidad se tambalea.


El paso lento e indolente ya no tiene sentido. El cielo gobierna y la tierra se entrega a su influjo. Las ondas calóricas y eléctricas que entran a la atmósfera son causa y origen de toda manifestación celular consciente o inconsciente. Se desborda una fuerza nueva que penetra en cada célula movilizando nuevos patrones de vida.


El todo es la respuesta y vivenciar las expansiones futuras que se entretejen en el ahora, en este presente eterno e inquebrantable que enciende redes de luz infinitas y cíclicas de naturaleza evolutiva.


La mirada interior revela la conciencia de unidad que está plasmada en las células, el orden inherente de todas las partes que conforman la creación. Cada célula es consciente del orden que la mantiene integrada al organismo que conforma y lo expresa en sus funciones.


Es evidente que somos una célula más de un gran organismo que se llama humanidad y aún cuando cada manifestación personal es única enriquece el todo con su diversidad. La exclusión queda atrás frente a una nueva perspectiva humana que se despierta, y es la luz personal impulsando una creación unificada que brota fértil hacia la nueva era.


La inclusión conciente es la clave. Si cada uno se re-conecta con el todo, se re-ubica en el aquí y el ahora re-cableando su mente quedaran atrás antiguos mecanismos y sistemas sociales para despertarnos ante un contexto nuevo de una familia humana que habita un condominio celeste.


Por Marisol Stevens

















jueves, 8 de octubre de 2009

Presente, el eterno ahora

Vivimos en la superficie de la Tierra en un viaje de descubrimiento y evolución. Aquí aprendemos, de niños, a contar los cumpleaños y a crecer aprendiendo vida. Queremos avanzar dejando atrás lo que no nos ha gustado para encontrar nuevos caminos y fronteras. Buscamos bien-estar, pero siempre lo buscamos afuera y siempre en el futuro.


Queriendo arrancar del pasado lo proyectamos constantemente con los miedos y cuidados que ponemos en cada gesto y en cada palabra, engrosando la máscara después de cada experiencia. Soñamos con una vida eterna llena de paz y amor intentando adquirirla cada vez que, reprimiendo la sombra, nos esforzamos por ser “mejores” para alcanzar el modelo religioso o ético social.


No sabemos como integrarnos, por donde encontrar nuestra esencia, como llegar a un auto-descubrimiento para abrazar el ser que somos.


Seguimos corriendo y empujando, culpando y rechazando, resistiéndonos al mayor milagro, la vida.


Cuando por fin nos sentimos cansados y nos bajamos del carro conseguimos una quietud que nos permite reflexionar y con suerte seguir reflexionando. Y es que tenemos que encontrar la puerta a la eternidad de nuestro ser, la puerta al presente.


El pasado y el futuro son dos extremos que se integran en el presente cobrando su máximo significado. En cada segundo avanzamos en un peregrinaje que contiene en sí todos los caminos recorridos previamente y que acrecientan la conciencia y la luz en una riqueza imperecedera.


El presente es el eterno pináculo del viaje, en él reside lo sagrado, la semilla, el poder. No hay forma de intervenir en el pasado o futuro, sino a través del eterno presente donde se funden ambos conformando el único camino posible de transitar.


El todo se concreta en el presente. en el instante sagrado en que la inteligencia suprema se manifiesta gestando vida.


Se siembra en el presente e igualmente en el presente se cosecha lo sembrado. Ciclos y tiempos relativos que se entrecruzan a cada instante vivificando un todo. No hay mañana sin hoy y en el hoy subyace el milagro de la vida.


La fuerza superior del eterno camina fundida en el yo soy de cada UNO, que explora, siente y se nutre de la vida que fluye en su sabia.


Cada momento pasado se vivifica en el instante presente como fruto de experiencia viva. Pasado que se recicla como tesoro ganado y que evoluciona en un curso invariable de cambios. Círculos y círculos que se cierran para dar paso al siguiente que lo sucederá.


Energía viva que respira cada pensamiento, cada instante mágico y significativo que se expresa en gestos, emociones y pasiones que a su vez despiertan otros similares. Un que-hacer diario que se vive momento a momento en un eterno continuo hecho de contrastes.


Tomar conciencia del sentimiento que nos motiva es el único empeño válido, conocerse, descubrirse y sentirse para luego crear en armonía con los más profundos deseos y pasiones que nacen donde subyace el alma y su poder. La vida se valida en ese interior fecundo donde la conciencia cósmica late su verdad.


Vivir es una elección personal que solo se manifiesta en el instante en que se vive, no existe otro momento real para ello, no se respira ni en pasado ni en futuro, entonces solo el presente contiene la fuerza creativa con su entusiasmo y su que-hacer, el resto un espejismo que contamina el momento. El presente es el camino y la vida avanza a cada paso llena de contrastes.


Por Marisol Stevens